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El boom latinoamericano: cuando el mundo volteó hacia nosotros

Autor: 
Nereyda Rodríguez
Fuente: 
LFC México

“El boom latinoamericano sirvió para que el mundo supiera que América Latina no sólo producía dictadores y revolucionarios, el mambo o la guaracha, sino también buena literatura; y, de igual manera, ayudó a muchos latinoamericanos a sentirse como tales”, expresó el escritor Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en 2010, al cumplirse 50 años de la publicación de su primera novela, “La ciudad y los perros”.

Efectivamente, el boom latinoamericano fue un fenómeno literario, editorial, cultural y social de gran relevancia. Surgió entre los años 1960 y 1970, cuando las obras de un grupo de jóvenes novelistas latinoamericanos fueron ampliamente distribuidas en Europa y demás continentes. La novela latinoamericana se abrió al mundo y marcó un antes y un después en el interés internacional por los escritores latinoamericanos y españoles. ​

Se le llamó “boom” porque el impacto de las nuevas obras y la forma en que se distribuyeron intercontinentalmente fue de una manera explosiva y súbita, rompiendo las barreras comerciales y de la crítica. Fue una época marcada por un incremento repentino de la actividad literaria, tanto de escritores como de lectores.

Nació en un contexto histórico complejo, en un continente donde los gobiernos dictatoriales dominaban toda la región.

Al finalizar la segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos bloques ideológicos: el capitalista y el socialista, que se verían enfrentados en lo que se conoce como la Guerra Fría. Y en América latina los países tuvieron conflictos políticos internos al intentar establecer una de estas dos ideologías en sus gobiernos, lo que generó décadas de inestabilidad, crisis económicas y revoluciones sociales.

El boom latinoamericano se vio influenciado por los sucesos que marcaron la época, como es el caso de la Revolución cubana, que tuvo gran relevancia en el pensamiento de la mayoría de estos escritores; también el golpe de Estado en Guatemala; las dictaduras en República Dominicana, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Haití, Chile, Argentina, Perú, Bolivia y Ecuador, además del neocolonialismo. Todo esto fue parte esencial de sus temáticas e ideas sociales.

Así que, a través de la literatura y con historias reales o ficticias, o una combinación de ambas, los escritores latinoamericanos buscaron comunicar las condiciones por las que atravesaban sus países creando obras literarias con alta calidad y nuevas técnicas de escritura narrativa.

Fue un fenómeno literario y editorial centrado en el género de la novela. Se destacaron los proyectos novelísticos que tendían a la experimentación, a la innovación del lenguaje y a ciertos atrevimientos sociales y políticos que, además, causaron fascinación e impacto por tratarse de historias ambientadas en Latinoamérica, cosa que sería de mucho interés para el público europeo por contar con escenarios distintos a los suyos, ya muy repetidos.

Por otro lado, las obras de este movimiento tomaron varias características de las vanguardias europeas, tal como la secuencia no lineal en la narrativa, jugando en el tiempo con saltos al pasado o al futuro. También se destacaba el uso de varias voces para narrar, en lugar de un solo narrador; o la búsqueda del “lector cómplice”, en donde las historias buscaban involucrar al lector, a tal grado que apoyaba al autor a estructurar la historia.

Asimismo, la fragmentación de escenas, el monólogo interior, la mirada retrospectiva, la preocupación y una audaz crítica social dejaba atrás al regionalismo utilizado por los escritores precursores pertenecientes al “Realismo latino” en las primeras décadas del siglo XX. Los escritores del nuevo boom representan importantes reflexiones para comprender la vida de su país y la nueva novela hispanoamericana.

Generalmente la temática era una historia desarrollada en medio de conflictos sociales y políticos como la pobreza, las dictaduras, las guerras y las crisis sociales. Los escenarios eran rurales y urbanos; las historias llegaron a mezclar acontecimientos reales con elementos fantásticos, como es el caso de la corriente literaria surgida durante este boom, conocida como “Realismo Mágico”, cuyas obras combinan la realidad con la fantasía; es decir, elementos reales con elementos fantásticos con el objetivo de obtener la mayor estética posible y mostrar lo anormal como normal y cotidiano. Suele estar más inclinado a lo real que a lo ficticio porque su finalidad es expresar problemáticas reales.  

La industria editorial fue un elemento clave para lograr el éxito mundial del boom latinoamericano. Algunas casas editoriales que se encargaban de la gestión y publicación de las novelas tenían sede en ciudades importantes de España, México, Cuba, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. La editorial Seix Barral, dirigida por el escritor español Carlos Barral, contaba con importantes agentes editoriales como la española Carmen Balcells, quien fue de gran importancia para conseguir los contactos comerciales y las negociaciones en gran parte del mercado europeo. Y, por primera vez, los autores literarios latinoamericanos ya podían vivir de su trabajo creativo.

Con los años, estos escritores se convirtieron en líderes de opinión y los medios de comunicación los buscaban cada vez más para tener su opinión sobre temas de interés público. Desde el principio, la literatura latinoamericana del boom había criticado fuertemente los sistemas políticos autoritarios y dictatoriales; y, por eso, varias obras fueron prohibidas y algunos autores exiliados de sus países.

Simbólicamente la época del boom comienza en 1960, con cuatro novelas de los autores más representativos: en 1962, el mexicano Carlos Fuentes publica su novela La muerte de Artemio Cruz, que narra una visión panorámica de la historia del México contemporáneo, tal como la rememora un industrial y político agonizante; en 1963, el argentino Julio Cortázar publica su novela Rayuela, una antinovela, llamada así porque la historia pone en juego la subjetividad del lector y tiene múltiples finales; en 1963, el ganador del premio Nobel de Literatura en 2010, el peruano Mario Vargas Llosa, publica su novela La ciudad y los perros, que trata sobre la brutalidad en un colegio militar de Perú; y en 1967, el ganador del premio Nobel de Literatura en 1982, el colombiano Gabriel García Márquez, publica la obra más célebre del boom latinoamericano: Cien años de Soledad, la cual es representativa del “Realismo Mágico” y la segunda obra en español más vendida, después de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.

Otros autores destacados del boom latinoamericano son Augusto Roa Bastos, con su novela Hijo de hombre (1960), obra que para muchos es la iniciadora del boom latinoamericano; autor también de Yo, el supremo (1974), que narra la dictadura de Paraguay; el argentino Ernesto Sábato con su novela Sobre héroes y tumbas (1961) considerada la mejor novela argentina del siglo XX  y en donde su narrativa se centra en el personaje de Martín, un muchacho en busca de sí mismo, y con el que el escritor expone su particular visión sobre la soledad; también destaca el chileno José Donoso con su novela El obsceno pájaro de la noche (1970), considerada como una novela de gran ambición literaria.

Mención especial requiere la escritora Elena Garro y su novela Los recuerdos del porvenir que escribió en 1952, quince años antes de que García Márquez publicara Cien años de soledad, por lo que se la ha considerado una precursora del “Realismo Mágico”, al igual que a Juan Rulfo.

También son representantes del boom latinoamericano los cubanos José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante; el venezolano Adriano Gonzáles León; la brasileña Clarice Lispector y el argentino David Viñas, entre muchos otros.

No cabe duda que el boom latinoamericano fue una de las expresiones artísticas más importantes del siglo XX que puso a América latina en el centro de la atención mundial y que cumplió con una de las tareas más importantes del arte de escribir: llevar a la reflexión y a experimentar la vida de una manera más consciente. Así, tal como defendió Vargas Llosa a este movimiento literario: “Uno tenía la sensación, escribiendo en esos años, de que no sólo materializaba una vocación, sino que aquello que hacía, si salía bien, si llegaba al corazón de los lectores, de alguna manera iba a contribuir a hacer que la vida fuera mejor”.

Fuente: Revista “La Familia Cristiana”, México (septiembre de 2021).