KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

El mejor regalo para nuestros hijos

Autor: 
Nereyda Rodríguez
Fuente: 
LFC - Mx

“El hogar es la escuela principal de las virtudes humanas”, dijo con toda razón, William Ellery Channing, teólogo y pastor, hace muchos años.

Y esto sigue vigente. Es el hogar donde habita la familia, el lugar en donde existe –o debería existir– una situación de confianza y amor para el niño, que le permita el desarrollo de su persona tal como es, con toda su potencialidad.

El reto de educar a nuestros hijos

“Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a la educación de la prole; ellos son los primeros y obligados educadores…, sobre todo en las virtudes cristianas y humanas”, leemos en Gravissimum educationis momentum, del Concilio Vaticano II.

Esta tarea de educar es, con toda seguridad, la más trascendente en la vida de quienes estamos llamados a ser padres de familia. 

Pero, ¿qué es educar? Podemos decir que educar es “ayudar a ser”; ayudar a despertar en nuestros hijos lo mejor de sí mismos. El objetivo de la educación, entonces, es que los hijos alcancen su felicidad en la realización plena, que no consiste tanto en hacer cosas –siendo también importante–, cuanto en formarse de una manera integral. Esta compleja tarea sólo puede ser llevada a cabo gracias al amor generoso y paciente que existe en el corazón de un padre o de una madre.

Esto último presupone una madurez afectiva en los padres, así como una cercanía respetuosa para con sus hijos con el objetivo de impulsarlos a crecer y a pensar.

Los padres son, por tanto, los principales responsables de educar a sus hijos en la canalización de sus potencias y cualidades hasta conformar su carácter, dominio de sí, equilibrio y alegría en la vida.

La educación de la inteligencia y la voluntad

Es imprescindible que los padres conozcan los dos elementos fundamentales y constitutivos del ser humano, en vistas a consolidar una formación íntegra de sus hijos: a) la inteligencia, que es la facultad que nos permite pensar, reflexionar y comprender. La inteligencia busca siempre conocer la verdad; b) la voluntad, que es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta. Ésta busca el bien, crecer como personas y llegar a Dios

Así como a la inteligencia hay que formarla y educarla desde que somos pequeños, la voluntad también ha de ejercitarse. Un niño que no hace ningún esfuerzo, cuando sea adulto, ¿cómo podrá enfrentar dificultades? Entonces, ¿cómo formar la voluntad? Haciendo esfuerzos, grandes y pequeños, todos los días.

La educación hacia los hijos debe enfocarse en los dos ejes fundamentales: inteligencia y voluntad. De allí resultarán las virtudes, las cuales son hábitos operativos que se adquieren por la repetición de actos que facilitarán obrar en ese determinado sentido; por ejemplo, ir a trabajar e ir a la escuela a pesar de las inclemencias del tiempo, ayuda a educar en la fortaleza; o, considerar las necesidades de algún compañero, hace crecer en virtud de la generosidad.

Al respecto, todo padre de familia debe tener en cuenta la educación en la fe; educación que debe ir acompañada del testimonio, porque la fe vivida, desde pequeños, posibilita a nuestros hijos a ver las situaciones y problemas de su vida en la verdad, y a saber poner todo en perspectiva. Si los padres enfocamos la vida con visión sobrenatural, nuestros hijos también sabrán valorar las realidades terrenas a la luz de las eternas.

Por último, nunca hemos de olvidar que Jesucristo es el mejor modelo que tenemos para imitar. Es el mejor modelo de educador. Leamos los evangelios y contemplemos a Jesús en su actuar; lo encontraremos amoroso, honesto, responsable, prudente, fuerte… en fin, como ejemplo vivo de todas las virtudes que podemos enseñar y aprender en el seno familiar.

 

La autora: Nereyda Rodríguez Ayala, es docente y especialista en Comunicación y Miembro de la Misión Evangelizadora (Misión 2000).