KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

La adicción a los videojuegos y al uso de la tecnología digital entre niños y jóvenes

Autor: 
Casías
Fuente: 
La Familia Cristiana (MX)

Al referirnos a niños y adolescentes del siglo XXI, hablamos de una generación cuya cultura ha cambiado drásticamente debido al acelerado avance tecnológico enfocado a magnificar una sociedad de consumo.

Se trata de una época que produce nuevas adicciones. Adicciones que van a la par del desarrollo humano. De allí que, al referirnos a la “adicción” de niños y jóvenes a las nuevas tecnologías digitales, nos evoca tiempos pasados en los que la gente se aficionaba a la televisión. Aquel aparato cuyos contenidos no difieren en gran medida de las tramas que actualmente se muestran en las consolas de los videojuegos.

Por cierto, la diferencia entre generaciones es que nuestros hijos hoy participan activamente en el desarrollo de las tramas de los videojuegos (a través de avatares que los identifican) las cuales, en su mayoría, muestran contenidos en donde se promueve la muerte sangrienta, el robo, la obscenidad y el contenido sexual. Esto genera insensibilidad a estas impresiones y hace que el panorama violento social se perciba como “normal”.

La capacidad de interacción en los videojuegos también está presente en las redes sociales del Internet. La paradoja es que las nuevas herramientas tecnológicas exponen a los jóvenes a grandes peligros: se les facilita el acceso a contenidos pornográficos, al grooming (abuso de menores), al sexting (intercambio de fotografías o videos entre los propios jóvenes), al ciberbullying (acoso entre menores), etc. Todas ellas identificadas como nuevas formas de exposición mediática.

¿Adicción o necesidad real?

Según la Real Academia Española, “la adicción es un hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna droga tóxica, o por afición desmedida a ciertos juegos”. La adicción hace que la persona no pueda controlar la abstinencia ante su atrayente, lo cual le provoca irritación, depresión, ansiedad y alteraciones físicas que pueden llevar a la muerte.

En esta era global digital, las similitudes saltan a la vista: ¿Qué pasaría si una explosión solar destruyera las vitales redes de comunicación que sostienen nuestra actual forma de vida? Un mundo sin cajeros automáticos, sin computadoras, sin celulares, etc. Algunos sostienen que el caos mundial sería inmediato. Sin ir más lejos: ¿Alguna vez has olvidado tu celular en casa, al grado de verte en la necesidad de regresar cuanto antes por él?

Otra importante similitud es el terrible costo de mantener una adicción contra la gravosa carga en las economías familiares generada por la “necesidad” de seguir y seguir renovando plataformas de videojuegos, computadoras y teléfonos celulares, además de videojuegos, tiempo internet, tiempo aire, tiempo redes sociales, etc.

Por ello, es importante distinguir entre una adicción que nos domina y una legítima necesidad tanto de interacción entre nuestros semejantes, como de entretenimiento luego de haber realizado nuestras labores habituales.

¿Qué podemos hacer como padres?

Primero que nada afrontar que no es posible ni deseable aislar a nuestros hijos de la tecnología ni de la sociedad en la que viven; lo que sí está en nuestras manos es inculcarles el conocimiento de las engañosas realidades que se difunden en este mundo y transmitirles nuestros legítimos valores como familia cristiana para evitar que la tecnología los domine, transformando una legítima necesidad en adicción. Nuestra palabra será buena semilla que germinará y dará su fruto a tiempo

Prevenir a nuestros hijos de los peligros del uso de las tecnologías es el paso fundamental ya que no podremos ni es deseable estarlos vigilando todo el tiempo. Además, como padres nos hemos vuelto cada vez más obsoletos en el manejo de los dispositivos electrónicos al grado de que incluso solicitamos asesoría a nuestros hijos para el uso o instalación de aplicaciones (App´s).

Por ello, cuando nuestros hijos aún son pequeños, sería deseable tratar de postergar en lo posible su contacto con el mundo virtual y estimularlos a participar en actividades artísticas o al aire libre; sin embargo, en su momento, deberemos ayudarles a seleccionar juegos apropiados a su edad y jugar con ellos para experimentar sus contenidos y comentarlos, además de establecer el tiempo apropiado para jugarlos posteriormente a sus deberes escolares.

Desafortunadamente en estos tiempos a muchos padres nos angustia que nuestros hijos salgan a jugar a la calle por lo que muchos de sus amiguitos querrán jugar conectándose a Internet; cuando ya no sea posible postergarlo es necesario prevenirlos sobre el potencial peligro de los contactos y relaciones con personas desconocidas mientras están jugando juegos en línea.

Más adelante, querremos proporcionarles un teléfono celular para estar en contacto con ellos. Lo mejor sería que fuera un modelo muy básico sin acceso a Internet de manera que les evitemos el peligro de accesar a material inapropiado. Posteriormente nuestros hijos demandarán conectarse a las redes sociales para interactuar con sus amigos, por lo que una manera de saber “en que anda” es usar controles parentales y conocer las redes y grupos con los que nuestros hijos se relacionan.

Lo más importante es que nuestros hijos entiendan y asuman sus responsabilidades como usuarios de la red a través de consejos básicos como configurar la privacidad de sus perfiles sociales para que sólo los vean sus amigos, desconectar el geolocalizador de su teléfono celular y no publicar ninguna información personal (fotos, teléfono, dirección, etc.). Adicionalmente, crearles conciencia de que deben ser respetuosos y que las personas que conocen por Internet NO son sus amigos e invitarlos a comunicarnos el acoso o cualquier cosa que nos los haga sentir bien.

En conclusión, como padres debemos reconocer los signos de alarma que nos indican si un menor está en riesgo de padecer adicción o ciberacoso: ¿tiene insomnio, no come bien, bajan sus calificaciones, no se comunica con familiares o amigos, se irrita si no está conectado a las redes, está aislado? En este caso, deberíamos recurrir a la ayuda de un especialista. Pero lo más importante es hablar con nuestros hijos en cada etapa de sus interacciones con la tecnología y sobre todo, pasar el mayor tiempo de calidad que podamos con ellos en el fomento de otras actividades.