KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

La Comunión

Autor: 
Pbro. Sergio G. Román
Fuente: 
SIAME.MX

Comulgar es una palabra que significa “unirse con”, “estar unido a”, y entre nosotros los católicos se le ha dado ese nombre al acto de recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús, porque al recibirlos entramos en comunión con Él. Es decir, participamos en su vida divina, y, mediante esta unión íntima, nos convertimos en Cristo haciéndonos miembros de su Cuerpo místico.

Comulgar es unirnos a la Iglesia

Esto es algo muy presente en la conciencia de la Iglesia Católica: la celebración de la Eucaristía es el signo más perfecto de la unión de la Iglesia con Cristo, y de la unión de los miembros de la Iglesia entre sí. Por eso, se considera la Primera Comunión como un sacramento de iniciación cristiana por el que el fiel queda ya plenamente incorporado a la Iglesia.

La celebración de la Misa corresponde primordialmente al obispo y a los presbíteros que él designa para hacerlo en unión con él. Por eso, en cada Misa mencionamos al Papa, como pastor supremo, y al Obispo como pastor de la Iglesia particular.

La celebración de la Misa nos une también a la Iglesia triunfante y por eso en cada Misa se menciona a la Virgen María y a los santos.

Y en la Misa unimos también a los fieles difuntos, Iglesia purgante, por quienes oramos siempre.

Comulgar es unirnos a nuestros amigos y a nuestros seres queridos.

La Eucaristía es el sacramento del amor. Comulgar es un signo de unión amorosa con los seres que amamos y con los que convivimos. Los católicos debemos tener muy presente este significado de la Comunión Eucarística y vivirlo con nuestra familia. Los esposos que comulgan juntos se están expresando mutuamente su amor, un amor que va más allá del amor humano, porque se ha convertido en amor divino. El asistir en familia a Misa y comulgar crea relaciones familiares más sanas en el contexto del amor perfecto que es la caridad.

La Comunión a los enfermos y a los ancianos.

Desde el principio de la Iglesia se acostumbró enviar el cuerpo y la sangre de Jesús a los presos, enfermos y ancianos que no podían asistir a  Misa para expresar su comunión con la Iglesia. Hoy, cuando enviamos la Comunión a los enfermos y ancianos, estamos diciéndoles que todavía pertenecen a la Iglesia y que la comunidad los tiene presentes aunque ellos ya no pueden asistir a la Misa.

Romper la comunión

El pecado rompe la comunión con Cristo y con la Iglesia. Por eso, cuando hemos caído en el pecado ya no podemos recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor hasta que nos reconciliemos por la confesión y seamos reincorporados a la Iglesia.

A veces se cae en “excomunión”, es decir, se comete una falta tan grave que nos saca de la comunión con la Iglesia y, desde luego, nos impide recibir la Eucaristía.

El Obispo y algunos sacerdotes delegados por él, absuelven de estas excomuniones y reintegran al fiel a la plena comunión con Cristo y con la Iglesia.

Para la vida

Hagamos un esfuerzo por comulgar cada domingo. Es como participamos plenamente en la Santa Misa y como mejor significamos nuestra unión con Cristo y con la Iglesia. Dejar de comulgar por desidia o porque nos da miedo confesarnos es castigarnos a nosotros mismos y privarnos de todas las gracias que Dios nos da a través de este sacramento.