KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Las cebollas y la piedra preciosa

Autor: 
Redacción
Fuente: 
Kénosis

Había una vez un bello huerto con plantas de todas las especies. En él también crecían cebollas. Cierto día, inesperadamente comenzaron a nacer cebollas especiales. Cada una pasó a tener un color, un brillo diferente. Después de mucha investigación sobre la causa de aquel resplandor, se verificó que cada cebolla tenía dentro de sí una piedra preciosa. Un topacio, una agua marina, un rubí… El hecho empezó a incomodar y comenzaron a decir que aquello era peligroso, intolerable, vergonzoso.

Mortificadas, las bellas cebollas entonces empezaron a usar capas y más capas para esconder su piedra preciosa. Y fueron quedando cada vez más oscuras y feas, para disimular como eran por dentro. De esta forma acabaron transformándose en cebollas totalmente vulgares. Fue cuando pasó por allí un sabio que gustaba de sentarse a la sombra del huerto y que entendía el lenguaje de las cebollas. Extrañado de lo que pasaba con ellas, les preguntó por qué no se mostraban como de verdad eran por dentro. Ellas le contaron que se vieron obligadas a usar las capas para no ser criticadas y hostilizadas. Y el sabio verificó que eran tantas las capas que las cebollas usaban que algunas ni recordaban como en verdad eran.

Esto entristeció al sabio al punto de hacerlo llorar. Y cuando vieron al sabio llorar, pensaron que llorar delante de cebollas era cosa de sabios. Es por eso que todavía hoy todos continúan llorando cuando una cebolla abre su corazón.

Reflexionemos

La historia anterior nos invita a centrarnos en lo esencial, a buscar “la piedra preciosa” que hay en cada uno de nosotros, aunque nos haga llorar el ejercicio de irnos despojando de capas superficiales que a lo largo del tiempo hemos ido acumulando. Pues, en efecto, ¿qué hay más importante en esta vida que descubrirnos a nosotros mismos?