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¡Las parejas necesitan festejar! Celebrar el rito del amor

Autor: 
Fernando Vilches
Fuente: 
LFC-Mx

Conocí a un matrimonio que cada aniversario de boda se vestía con el traje de novios, y así lo celebraron durante muchos años, ya con hijos y nietos hasta que, ¡ay!, la muerte los separó… Lo bonito de la anécdota es que, además, por dentro y de verdad, el matrimonio de dichas personas daba muestras de su amor. Por eso hay que recuperar el sentido de la fiesta y la celebración… para darle sentido a la vida y huir de la rutina agobiante.

La importancia de los ritos

Los ritos son símbolos tras los que se esconde un significado religioso, trascendente, de conexión con realidades que se escapan a lo puramente existencial y observable. El rito, el símbolo, son por eso consustanciales a todas las religiones, pero alcanzan también a otras muchas facetas del comportamiento humano. Hay ritos y símbolos espontáneos, creados en el momento, inéditos hasta entonces, y hay ritos remansados en las distintas culturas que llegan a formar parte de los intercambios y de la comunicación humana. 

Nuestra cultura también tiene y crea sus ritos. Basta contemplar el espectáculo de los conciertos de rock, basta mirar los nuevos saludos de moda o, simplemente, los gestos de cualquier colegial celebrando la victoria de su equipo… todos ellos son ritos.

El rito matrimonial

El Matrimonio tiene sus ritos. En todas las culturas, en las diversas religiones. Dichos ritos son expresión de amor, de compromiso mutuo, de alegría compartida, de invocación a lo Alto por un futuro venturoso, de conjuro ante los previsibles problemas. El creyente (de cualquier tipo de credo) vive el rito como expresión de algo más hondo que vincula con Dios su compromiso, pero también el no creyente vivencia el rito como necesario, también siente la necesidad –al menos en muchísimos casos– de celebrar, de exteriorizar expresiva y simbólicamente lo que para él significa el acto que realiza. Por eso han llegado a universalizarse, por ejemplo, símbolos tan entrañados en diversas culturas como el intercambio de los anillos.

El problema de los ritos es que se queden sólo en eso, en ritos, en símbolos sin significado. Porque es el mismo ser humano creador de símbolos el que es capaz de tergiversarlos. El hombre simbólico es también el hombre simulador. Pocas cosas tan tristes, pocas cosas tan hirientes como el rito que se hace por el mero hecho de “cumplir”, sin sentirlo, sin vivirlo… Es el beso seco, la palabra engañosa, el gesto ambiguo.

Celebrar el amor

Toda pareja necesita sus ritos y sus símbolos, ya sean aquellos que cultural y/o religiosamente hayan hecho suyos, como los que sobrevengan por creación propia. De hecho, toda pareja crea sus símbolos, como crea su lenguaje y sus formas expresivas de comunicación (un guiño, un objeto, una norma…). 

Lo que importa es que, tras el gesto, tras el símbolo, haya un significado. Es decir, que tras el beso, haya amor; tras la palabra, compromiso sincero… No es recomendable trivializar los gestos; no hemos de banalizarlos para no caer en lo que el poeta español León Felipe (1884-1968) decía de un gesto que se supone compasivo y piadoso: “Para enterrar a los muertos sirve cualquiera menos un sepulturero”.

Pero es que, además, la pareja necesita celebrar (en el sentido etimológico de “frecuentar”) que se quiere. Una pareja necesita celebrar/frecuentar su amor. Con el gesto, con la palabra, con el detalle, con la caricia, con las actitudes cotidianas. También solemnizando de vez en cuando ese amor. No otra cosa son las celebraciones de los aniversarios de boda (con sus regalos, si se puede, que son símbolo y rito). Y no otra cosa son unas bodas de plata o unas bodas de oro. Son momentos de balance, de gratitud, pero también de celebración, de hacer presente/frecuente el amor.

Fuente: revista La Familia Cristiana (México 2021).