KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Leer el Evangelio desde los pobres. Un diálogo con Frei Betto

Autor: 
Daniele Rocchetti
Fuente: 
Alzo gli occhi verso il cielo

“Durante tres días, colgados en el 'pau-do-arara' (un método de tortura ampliamente utilizado en Brasil) o sentados en la 'silla del dragón' (hecha de placas de metal y cables), recibieron descargas eléctricas en la cabeza, en los tendones de los pies y en las orejas. Además, les dieron golpes con madera en la espalda, en el pecho y en las piernas. Les inflaron las manos con cerdas, y les hicieron abrir la boca para recibir descargas de corriente en las mandíbulas”.

Estas brutalidades las padecieron algunos clérigos dominicanos de corta edad, que habían sido arrestados en 1969 en Brasil, acusados ​​de estar del lado de las fuerzas comunistas. Uno de ellos, llamado Frei Tito, no pasó la prueba que le causó este sufrimiento y, una vez puesto en libertad, unos años más tarde, se ahorcó en un árbol en el convento de Lyon.

Todavía se recuerda este acontecimiento con vehemencia, pues fue espléndidamente testificado en un poema del padre Turoldo, que hoy se puede leer en el convento dominico de Lyon:

Que Dios perdone nuestro pecados / y que los hombres nos perdonen por decirnos cristianos / que nos llegue el perdón y la gloria / sobre todo a Frei Tito / que ha muerto apoyado en el árbol / (¡el árbol de la vida en el nuevo jardín!).

En efecto, junto con Frei Tito estuvo también en prisión Frei Betto, un fraile dominico brasileño y teólogo de la liberación. Mismo que dos años más tarde, publicó un libro doloroso y magnífico titulado “De las mazmorras de la historia”, donde repasó esa historia brutal.

Frei Betto, hombre comprometido con su tiempo y autor de numerosas publicaciones, a menudo viaja a Italia para celebrar reuniones y conferencias. Fue en una de ellas donde le realizamos la siguiente entrevista:

Frei Betto, ¿cuál es el significado, hoy, de la Teología de la Liberación?

Es creer, a pesar de todo, en el Dios de la vida. La Teología de la Liberación significa combinar la visión de la fe con el deseo de liberación (pues la fe es libertad). Creo que todo cristiano que vive el misterio de la fe con alegría, con un sentido de liberación, que vive el amor y el compromiso con la lucha por la justicia, practica la Teología de la Liberación.

Una vez un obispo me preguntó: “Pero Frei Betto, ¿por qué buscar otra teología cuando ya existe la Teología de la Iglesia de Roma?” Le respondí: “En el Evangelio hay cuatro teologías diferentes, la de Mateo, la de Juan, la de Lucas y la de Marco. Y si ya existen estas cuatro visiones diferentes de Jesús, estas cuatro visiones diferentes de la Iglesia, ¿por qué sorprenderse precisamente por una más, que es conocida como Teología de la Liberación? Además, Jesús, a diferencia de lo que creemos, pasó por muchos conflictos. Desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, a menudo entró en conflicto con aquellos que se consideraban muy religiosos: los fariseos, los saduceos, los doctores de la Ley. Estos aceptaron la Torá, al igual que Jesús. Pero la diferencia estaba en la perspectiva de comprensión.

Es decir, en la Biblia ningún texto es evidente por sí mismo. Todo texto bíblico tiene un contexto y un pretexto: así lo señalan los principios de la teoría literaria y la teoría hermenéutica.

Por ejemplo: los italianos entienden la poesía de Dante mejor que yo porque viven en el contexto en el que se produjo el texto. Pero nosotros –los latinoamericanos– entendemos mejor el trabajo de Jorge Amado porque vivimos en el contexto en el que lo escribió. La Teología de la Liberación es una lectura de la Biblia (y la Tradición de la Iglesia) a partir de un contexto de opresión. El principio básico que sigue es simple: creemos que es tarea de la Iglesia hacer lo que Jesús dijo: “defender y promover el mayor regalo de Dios: la vida”.

En América Latina, la mayoría de las personas vive en la pobreza y la mayoría de ellas profesa la fe cristiana. Entonces, la pregunta principal de estas personas es: “¿Quiere Dios que permanezcamos en este sufrimiento?” O, como está escrito en la primera página de la Biblia: “Dios creó el mundo de modo que fuera un jardín, un jardín maravilloso con pájaros, flores y agua cristalina…” La Teología de la Liberación no es sólo una teoría, no es algo que nace en bibliotecas, escritorios, academias o universidades religiosas. ¡No! Es la sistematización de la experiencia de fe de los pobres en busca de su liberación.

¿Qué significa leer la Biblia desde este punto de vista?

Te daré un ejemplo: si analizamos los cuatro evangelios, nos damos cuenta que las preguntas que se dirigen a Jesús son esencialmente dos. La primera es: “Señor, ¿qué debo hacer para obtener la vida eterna?” (Mt 19,16-30; Lc 18,18-30; 21,1-4). En ninguno de los cuatro evangelios esta pregunta proviene de la boca de un hombre pobre; siempre sale de la boca de alguien que se ha asegurado la vida terrena y por eso quiere saber cómo ganar incluso a la celestial. Bueno, cada vez que Jesús escucha esta pregunta reacciona “con algo de irritación”. Este es el caso de Zaqueo, o del doctor de la ley que escucha la parábola del buen samaritano, o del hombre rico que cuestionó a Jesús.

La otra pregunta es la que realizan los pobres: “Señor, ¿qué debo hacer para tener vida en esta tierra? Mi ojo no ve, quiero ver; mi mano esta seca, necesito trabajar; Mi hija está enferma y quiero verla sana”. Los pobres le piden a Jesús una vida en esta tierra. Una vida en abundancia. Jesús les responde con compasión y amor. Así que, para nosotros en la Iglesia de Brasil, la vida es el mayor don de Dios. Una Iglesia indiferente al hambre de la gente, una Iglesia indiferente a los niños de la calle, una Iglesia indiferente a quince millones de personas sin tierra, una Iglesia indiferente a los que aún trabajan en condiciones deplorables es una Iglesia hipócrita. Hoy en día, en Brasil, buscamos erradicar la esclavitud, porque “somos una Iglesia que considera al hombre superior en dignidad que la Ley del sábado”. Y en ese sentido buscamos ser fieles a la vida de este pueblo latinoamericano que sufrió durante siglos la colonización y que hoy continúa sufriendo a causa de la colonización mundial.

¿Leer la Biblia es una invitación a cambiar y a esperar?

Eso es correcto. Vivir la fe en América Latina es tener la esperanza de superar la pobreza y la esclavitud. Muchas personas se reúnen en torno a la Biblia, a la Palabra de Dios, para hacerla su alimento, para entenderse mejor a sí mismos, para comprender la lucha que están experimentando y para encontrar soluciones.

Hago una metáfora para explicar mejor este concepto:

Para muchas personas, abrir la Biblia es como abrir una ventana a datos interesantes del pasado. Pero en las comunidades eclesiales de base –emanadas de la Teología de la Liberación–, los pobres, cuando abren la Biblia, es como si se miraran a sí mismos en un espejo, buscando poder entenderse mejor, aquí y ahora.

Usted ha conocido a Moseñor Helder Cámara. ¿Cual es la memoria que tiene de él?

Don Helder fue un exponente de la Teología de la Liberación, aún cuando este término aún no existía. Durante la dictadura en Brasil fue censurado por todos los medios de comunicación, pero como era muy popular, los militares temían que pudiera ser víctima de un ataque y que la responsabilidad recayera sobre ellos. Luego enviaron a la Policía Federal para ofrecer a Don Helder una escolta de seguridad. Dijo que no necesitaba protección policial porque ya había personas que lo cuidaban y lo protegían. El jefe de policía dijo que estaba prohibido tener guardias privados y quería saber los nombres de los agentes privados, dado que tenían que estar registrados en las listas de la Policía. Don Helder respondió: “Usted puede escribir sus nombres: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

En otra ocasión, un trabajador fue confundido con un narcotraficante, fue arrestado en una favela, llevado a la estación de policía y torturado. La esposa del trabajador fue a llamar a la puerta de Don Helder. Luego Don Helder fue a la estación de policía y le dijo al oficial de policía: “Vine aquí, señor, porque mi hermano fue arrestado”. Y el oficial le respondió: “¿Pero cómo? ¿Quién es su hermano? ¡No creo que sea posible, pues usted es tan diferente de aquel que tenemos preso! ¡Ni siquiera el nombre coincide!”… “Sí, somos hermanos”, dijo Don Helder, “pero solo del padre…”

¿Estos gestos significan que el amor pasa por las acciones?

Sí. Como aconteció con Jesús después de todo. En toda su predicación, el derecho a la vida, un derecho para todos, está presente de manera continua. Para Él tener fe es también tener la capacidad del amor. Es decir, Jesús no puede concebir una fe sin gestos de amor. 

Esta manera de creer de Jesús se centró en dos dimensiones: la primera en una profunda intimidad con Dios: el tiempo que Jesús dedicaba a la oración durante el día era impresionante. Amaba estar en intimidad con el Padre, permaneciendo con Él largos momentos. La otra dimensión es la relación con los demás: lo que le llevó a Jesús a tomar decisiones precisas fue el amor.

Esto lo debemos recordar a menudo, sobre todo en este tiempo con cambios profundos. La fe y el amor son los paradigmas que caracterizan al cristianismo… Hoy día el paradigma moderno es la razón; paradigma que produjo dos hijas favoritas: la ciencia y la tecnología. Se trata del paradigma de la posmodernidad, en el cual cobra importancia preponderante el mercado y la comercialización, a pesar de la propia vida. Y si esto es así, ¿dónde estamos los cristianos? ¿qué rostro de Dios mostramos con nuestras acciones?

 

Texto editado por: Daniele Rocchetti, Delegado Nacional ACLI para la Vida Cristiana.

Traducción al español: Rafael Espino.