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Los católicos, ¿adoramos o veneramos a la Virgen María?

Autor: 
Catholic Stuff
Fuente: 
Siervos HM Films
Fecha de publicación: 
Domingo, Mayo 21, 2017

Muchas veces escuchamos decir que adoramos a la Virgen María, o algunos no entienden por qué rezamos frente a imágenes de la Virgen o de los santos, cuando «la Biblia lo prohíbe». En este post intentaremos aclarar todas esas dudas para que puedas responder con fundamentos bíblicos la próxima vez que alguien lo pregunte.

La adoración, también conocida como «latría», debe ser rendida únicamente a Dios por ser Señor de todo lo creado, fuente de Bien, Sabiduría y Misericordia infinitas y Salvador nuestro. «Adorar a Dios es reconocer, en el respeto y la sumisión absoluta, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios (…) es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magnificat, confesando con gratitud que él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1,46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo» (Catecismo de la Iglesia Católica, número 2097). En contraposición, la idolatría consiste de divinizar todo aquello que no es Dios.

Por otro lado, la veneración destinada a la Virgen María, a los santos o a los bienes materiales que a ellos les pertenecieron, no tiene como fin a ellos mismos sino a Dios. Como católicos veneramos a la Virgen María, conocido como «hiperdulía», en razón de la excelencia de sus virtudes por sobre los demás santos. Y veneramos a los santos, conocido como «dulía», reconociendo que todo lo que han recibido es un regalo de Dios y ellos son solamente un reflejo de las perfecciones divinas obtenidas por los méritos de Cristo en la Cruz.

Es decir, los católicos adoramos únicamente a Dios. No adoramos imágenes, ni estatuas, sino que veneramos lo que ellas representan y no a ellas por sí mismas. ¿Acaso las madres no llevan las fotos de sus hijos en sus billeteras? Sin embargo, ellas no aman la foto, sino que aman a quienes se encuentran en ellas. Del mismo modo, los católicos amamos a la Virgen María independientemente de que esté o no en una imagen, porque Ella nos conduce a Dios.