KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Los pastores de la Iglesia en la era digital

Autor: 
Mons. Carlos Patrón Wong
Fuente: 
Red

La era digital en la que vivimos es una realidad cultural y social, de la cual no nos podemos sustraer. Más que resignación o posiciones defensivas ante ella, exige de los creyentes una actitud positiva, que los anime a vivir y actuar en las redes sociales como auténticos discípulos-misioneros de Jesucristo. Una disposición así́ se espera, con mayor razón, de los pastores de la Iglesia, los Obispos y los sacerdotes, pues en virtud del ministerio que ejercen, están llamados a acompañar y guiar a los cristianos, cuya vida transcurre en gran medida en el mundo digital.

Para asumir este desafío se deben superar dos reduccionismos que tienden a paralizar el compromiso evangelizador en la red: en primer lugar, una aproximación que juzga los medios de comunicación desde afuera, de modo que nos hace preguntarnos si son “buenos o malos” y “cómo deberían ser usados”. Ante esta posición, la respuesta es simple y hasta obvia: los medios de comunicación forman parte de nuestro mundo, vivimos en ellos, y por lo tanto deben ser integrados en el anuncio del Evangelio. En segundo término, una postura que los considera como medios que debemos llenar de contenido específicamente religioso, haciendo de ellos en un subproducto lejano a la vida de la mayoría de los habitantes del mundo digital. Es claro que para el Evangelio nada que no sea humano le es ajeno, siendo así, la pastoral puede incursionar en todos los temas desde una visión evangélica.

La era digital: desafío y tareas en la formación sacerdotal

Es más que evidente que hay una urgencia que debe encender el espíritu de los sacerdotes y seminaristas por incursionar en el espacio digital, porque en esto se juega la evangelización de gran parte del mundo actual. En efecto, con San Pablo, se podría exclamar: “¡Ay de mí si no evangelizara el mundo digital!”  (cfr. 1Cor 9,16). No se puede ser un sacerdote “en salida” o “con olor a oveja”, si se descuida el ministerio en este nuevo mundo, donde transitan la mayor parte de los fieles.

Ahora bien, si las redes sociales y los medios digitales de comunicación no son simplemente instrumentos, sino una realidad que nos co-envuelve, exigen una formación concreta y adecuada a la misión eclesial de los sacerdotes en ellos.

En esta exigencia distinguimos dos niveles:

El primero se refiere a que los seminaristas y sacerdotes adquieran y, luego, continúen actualizando la debida competencia técnica en el uso de las redes sociales y medios actuales de comunicación en la era digital. Una dimensión muy relevante de este aspecto es el lenguaje, verbal y no verbal, que sea más adecuado al ritmo veloz de los medios de comunicación social. Se trata de que utilicemos un lenguaje accesible y directo con el que toquemos con simplicidad el corazón de los interlocutores.

El segundo, a que ellos desarrollen y consoliden actitudes que impregnen su vida y ministerio en el mundo digital. Sin pretender ser exhaustivo, me parece que entre las más significativas cabe destacar:

a) Una viva autenticidad discipular-misionera: esto es que todos los pastores, personal y comunitariamente, sean espejos del Evangelio en las redes sociales, en la cotidianidad de los espacios y medios en los que cada uno se mueve y frecuenta. Esta actitud de base debe alcanzar toda la vida, sobre todo, aquellas facetas de nuestra existencia que tendemos a reservarlas a la propia comodidad o a otras debilidades. Se trata de ser discípulos-misioneros siempre, y como tales pastores del rebaño en el mundo digital.

b) Cordialidad y fervor evangélicos: consiste en el reto de poner a los interlocutores del mundo digital en contacto con “el corazón del mensaje de Jesucristo... el núcleo esencial del Evangelio que le otorga sentido, hermosura y atractivo”, y no con aspectos secundarios desconectados de ese centro. En una palabra, verter en las redes sociales nuestra amistad con el Señor. En ellas, los cristianos, aún más los sacerdotes, no pueden ser anónimos y fríos; al contrario, su modo de vivir en ellas debería traslucir sin equívocos quiénes son, qué comparten y a quién invitan a seguir.

c) Convocación y concreción eclesial: hacer del anuncio del Evangelio en la era digital un modo concreto de convocar a los interlocutores a participar de diversos modos en la comunidad eclesial, invitándoles a experiencias comunitarias con concreciones litúrgicas, catequísticas, espirituales y de vida comunitaria. Cualquiera que sea la instancia: ya sea en la invitación a la oración, ya a compartir una alegría, ya a adherirse a una causa justa... el horizonte nunca debe ser el proselitismo, sino la comunicación del propio encuentro gozoso con Jesucristo (cfr.1Tm 2,4).

d) Solidaridad y sentido social: la vida cristiana en el mundo digital debe animar a todos a ser protagonistas en la transformación del mundo y de la sociedad conforme al Evangelio, comenzando por las familias, los lugares de trabajo, comunidades y asociaciones. Sin duda, las redes sociales y la Internet deben impulsar a ejercer una auténtica “caridad operativa”.

e) Significatividad evangélica: al momento de vivir y utilizar las redes sociales y los medios digitales de comunicación, debemos superar la superficialidad y las simplificaciones, muchas veces motivadas por el narcisismo o por la fuga de la vida real. Es necesario consolidar la conciencia de que se debe siempre buscar establecer relaciones significativas en este mundo y a través de él. Esto es, promover la fraternidad y la comunión con los hermanos y hermanas a través de las redes sociales.

f) Purificación interior: es necesario apartar del corazón las distorsiones, preconceptos e idolatrías que las redes sociales o los medios digitales de comunicación puedan involucrar, de modo que la persona no se deje arrastrar ciegamente por ellos, sino sea plenamente libre para beneficiarse de ellos, principalmente para comunicarse y encontrarse con los demás.

g) Discernimiento en la era digital: íntimamente ligada a la actitud anterior, la persona debe ser capaz de valorar críticamente las redes sociales y los medios de comunicación digital conforme a las exigencias del Evangelio. Se trata de una disposición que exige una continua ejercitación, crecimiento y actualización. Reclama, por lo mismo, entre otras cosas, ámbitos de confrontación, tanto en el fuero interno, como en el fuero externo; tanto con los pares, como con la autoridad.

h) Belleza: al momento de comunicar, se debe tener en cuenta la estética con que se reviste el mensaje, aunque evitando excesos que puedan deslumbrar y, al mismo, dejar oculto el tesoro de lo simple. Por eso, se requiere una austera belleza que conduzca al encuentro de amor con quien es su fuente.

A modo de conclusión

La vida y ministerio sacerdotal en las redes sociales deben trasparentar el gozo de la experiencia cristiana que, a pesar de que no calla el anuncio explícito de la Buena Noticia, sabe que la comunica ante todo en lo cotidiano de la vida, y en todos sus WhatsApps y en todos sus tweets, desde los jocosos hasta los más los serios.

La formación sacerdotal específica apunta a que los sacerdotes sean buenos pastores en su vida y actuación en el mundo de la comunicación digital y en las redes sociales. 

El mismo Papa Francisco, en muchas ocasiones, da testimonio de cómo él vive y comunica el Evangelio a través de los medios de comunicación o en las redes sociales en pocas, pero significativas, palabras, revestidas de belleza y acompañadas de elocuentes gestos, que interpelan con profundidad a sus destinatarios.

A propósito, en uno de sus últimos viajes, al despedirse de miles de jóvenes, a quienes había insistido en la necesidad de estar conectados con el Señor y traducir esa conexión vital en obras de amor y justicia, en sus breves palabras y simples gestos finales, refrendó digitalmente ese mismo mensaje:

“Queridos amigos, me gustaría quedarme más tiempo. Los que tienen teléfono agárrenlo en la mano, es un signo para no olvidarse de la contraseña. ¿Cuál era la contraseña? –y luego responden todos los chicos en un estruendoso coro: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” –Y Sigue el Papa: “Así reconectan y no se quedan fuera de banda...”

Nota: el presente artículo es un extracto del texto “Formación de pastores en la era digital”, escrito por Mons. Jorge Carlos Patrón WongArzobispo Secretario para los Seminarios Congregación para el Clero.