Oración para obtener una buena muerte
La muerte es un misterio en el que vivimos; un misterio que nos obliga a cuidar y cultivar la fe y la esperanza, porque al final de nuestra existencia habrá una mesa donde sentarse, habrá un hogar con muchas estancias allá en el cielo donde compartamos todos juntos hasta la eternidad.
A continuación te presentamos una oración escrita por el Beato Santiago Alberione, Fundador de La Familia Paulina, para que pidas a Dios una “buena muerte”. Es una oración que te ayudará a contemplar, con ojos nuevos, ese inevitable acontecimiento que nos iguala a todos los seres humanos; acontecimiento cuya imagen se asemeja al final de un camino, a un sueño eterno, a un descanso, a un túnel cuya luz no tiene final…
"Para obtener una buena muerte"
Señor, creador y redentor mío, yo acepto de corazón,
en cumplimiento de mi voluntad y con espíritu de adoración,
la muerte que habré de obtener.
Quiero morir como devoto hijo de la Iglesia
y pasar a la eternidad con las mejores disposiciones de fe,
esperanza, caridad y dolor de mis pecados.
Invoco o a los tres grandes modelos de la buena muerte:
a Jesús crucificado, con quien deseo pronunciar las palabras:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”;
a la Virgen María, para que ruegue “por nosotros los pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte”;
y a san José, para que me alcance una santa vida,
y yo merezca una muerte como la suya.
Jesús agonizante, María dolorosa, san José, les pido estas gracias:
– Una vida buena, con fiel observancia de los mandamientos
y de todos mis deberes, que me asegure una muerte santa.
– El don de recibir, en caso de una grave enfermedad,
los sacramentos de la Reconciliación, la Unción de los enfermos,
el Viático y la Indulgencia plenaria.
– La correspondencia a mi vocación según los dones que he recibido,
a fin de que mi vida produzca mayores frutos
para gloria de Dios y mi eterna felicidad.
Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asístanme en mi última agonía.
Jesús, José y María, expire en paz con ustedes el alma mía. Amén.