KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

¿Para qué nos sirve creer en el misterio de la Trinidad?

Autor: 
Mons. Francisco Cerro
Fuente: 
Alfa y Omega

Es un gozo saber que Dios es familia, no soledad; es comunión y vida. Dios no es un ser solitario que vaga sin sentido por los espacios siderales; no es un jeroglífico para rompernos la cabeza, es un misterio de comunión, de amor. Como decía san Agustín“El Padre es el Amante, el Hijo es el Amado, el Espíritu Santo es el Amor”.

El misterio de la Santísima Trinidad nos recuerda que también nosotros somos misterio, que no significa oscuridad, sino sobreabundancia de luz. ¡No me digan que no es luminoso el misterio de la Trinidad! Si Dios es Amor, ¿no es luminoso el Misterio de tres personas en una unidad? Explicar a Dios por dentro es descubrir que el amor es siempre comunión, familia, relación, y que no es soledad, como nuestra vocación que es el amor, es compartir, es abrirnos al otro, es salida de uno mismo para ir al encuentro de quien amamos.

La Santísima Trinidad es, desde siempre, el recordatorio perenne de que nuestra profunda vocación es vivir en familia. No estamos hechos para la soledad, sino para compartir, para amar, para mirar al otro. Nuestra sociedad ha creado personas solitarias, soledades compartidas, que es lo peor de la soledad. Pero la Trinidad nos recuerda que nuestra profunda vocación es la comunión, es vivir juntos, es, sobre todo, abrirse a la riqueza del otro.

Necesitamos descubrir que por la inhabitación de la Santísima Trinidad no estamos nunca solos, y que nuestra profunda vocación es vivir juntos, compartir, como hace la Santísima Trinidad: amor con un solo corazón. ¿Acaso no apunta ya el libro del Génesis, en sus primeros capítulos, a descubrirnos el misterio de la Trinidad, cuando nos dice que no es bueno que el hombre esté solo? Existe, ciertamente, una soledad sonora, de la que hablan los místicos, que es como un espacio en el corazón humano que sólo lo llena Dios: “Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, decía san Agustín, un místico en clave trinitaria. Pero existe otra soledad, que no es patrimonio de los cristianos y que crea nuestro mundo: es la soledad que emana del egoísmo. ¿Cómo identificarla? Basta poner atención a nuestro entorno. Hoy poseemos más medios que nunca para comunicarnos y resulta que hoy, más que en siglos pasados, estamos solos. Solemos caer en el error de no compartir en profundidad. Necesitamos, pues, desde la fe, con la Trinidad, descubrir nuestra profunda vocación de vivir en familia, de vivir en comunión según el modelo de Dios, uno y trino.

Acerca del autor: Mons. Francisco Cerro Chaves, fue obispo de Coria-Cáceres (España).