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¿Qué hacer ante las hemorragias?

Autor: 
Dr. Adolfo Cassan
Fuente: 
La Familia Cristiana (México)

Una hemorragia corresponde a la salida de sangre del interior de los vasos sanguíneos debido a la rotura de las paredes de los mismos, una consecuencia habitual de las heridas accidentales. El organismo cuenta con mecanismos naturales que logran detener de manera espontánea las hemorragias leves en poco tiempo sin necesidad de ninguna actuación específica. Cuando se trata de una hemorragia severa, en cambio, puede prolongarse y llegar a poner en riesgo la vida si no se efectúa alguna maniobra para cubrirla.

Tipos de hemorragias

Las hemorragias pueden ser clasificadas en internas, es decir las que la sangre no se visualiza, y externas, en las que la sangre sale al exterior del organismo a través de una herida, de un conducto, etcétera. Aunque el riesgo que supone para la vida una hemorragia externa es, en relación con la pérdida de sangre, muy elevado, siempre es más peligrosa la hemorragia interna por su carácter invisible. Es por ello que hay prestar mucha atención a los signos de contusión torácica y abdominal y a los signos de shock.

Según su procedencia, las hemorragias se pueden clasificar en a) arteriales, b) venosas y c) capilares. La hemorragia arterial se caracteriza por la emisión de sangre roja brillante y a chorro, en relación con el oscuro cuyo inicio se produce de forma babeante y sin relación con el latido. La hemorragia venosa presenta una sangre de color rojo oscuro cuya emisión se produce de forma babeante y sin relación con el latido. En las hemorragias intensas suelen presentarse una forma mixta al afectar las lesiones a arterias y venas simultáneamente. Las hemorragias capilares son aquellas en que la sangre, en muy poca cantidad, sale por muchos puntos distintos que confluyen en una mancha.

Actuación ante una hemorragia intensa

Ante una hemorragia intensa, los primeros auxilios deben orientarse a detener la pérdida sanguínea y prevenir el desencadenamiento de un cuadro de shock. En primer término, conviene colocar a la víctima en posición horizontal, para favorecer la irrigación cerebral. Y si la hemorragia está localizada en un miembro del cuerpo, elevar la parte afectada por encima del nivel del corazón. A continuación, debe aplicarse una compresión directa sobre la herida durante un tiempo suficiente para permitir que se forme un coágulo capaz de taponar la brecha del vaso lesionado y detener así la hemorragia.

  1. Recuerde aplicar gasas estériles o un paño limpio sobre la herida y comprimir firmemente con los dedos durante un mínimo de cinco minutos.
  2. Si el opósito (la gasa o el paño) se empapa de sangre, colocar otro encima sin quitar el primero, pues de lo contrario podría desprenderse el coágulo de sangre ya formado.
  3. Es necesario fijar bien el vendaje, asegurando que mantenga una compresión efectiva sobre la zona lesionada, y buscar ayuda médica inmediata.

Hemorragia nasal

La hemorragia nasal o epistaxis es un trastorno común sobre todo en los niños. Unas veces se debe al traumatismo en la zona, otras a consecuencia de lesiones en la nariz, y en ocasiones aparece inclusos sin una causa aparente justificada, presumiblemente por una excesiva fragilidad constitucional de los vasos sanguíneos que irrigan las fosas nasales. Por lo común esta hemorragia no resulta peligrosa y se detiene al cabo de poco tiempo de manera espontánea tras la aplicación de unas sencillas maniobras de primeros auxilios:

  1. Indicar al niño que se siente y presione la cabeza hacia delante, de tal modo que la sangre tienda a salir al exterior y pueda caer en un recipiente. Comprimir la nariz y aplicar suficiente presión sobre el lado sangrante, solicitando al niño que respire por la boca.
  2. Mantener la comprensión de manera ininterrumpida durante diez minutos, teniendo presente que, si se afloja antes, es probable que los coágulos que se estén formando se desprendan y la hemorragia reaparezca. Una vez superado el tiempo indicado, soltar con suavidad y si se advierte que la hemorragia persiste, aplicar una nueva comprensión durante otros diez minutos, con lo que suele solucionarse el problema.
  3. Cuando se detenga la hemorragia, limpiar con suavidad la zona mediante un opósito (gasa o paño) humedecido. El niño debe evitar sonarse la nariz durante algunas horas.
  4. Lo que no se debe hacer cuando sangra la nariz es inclinar la cabeza hacia atrás, como a veces se piensa, puesto que en tal caso la hemorragia, en vez de salir al exterior, bajará por la garganta e incluso podría desviarse hacia los pulmones y provocar una situación peligrosa.