KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Recuperar nuestros sueños

Autor: 
Mª de los Ángeles López
Fuente: 
Revista PJ

Oigo un día tras otro en la radio y la televisión un anuncio que afirma que no tenemos sueños baratos. Y no puedo evitar preguntarme por mis sueños individuales y por los sueños colectivos. Especialmente por los sueños de la juventud, porque solo se es verdaderamente joven si aún no se ha perdido la capacidad de soñar.

Gracias a mi profesión he podido conocer a personas de todo el mundo que vivían en las más variadas condiciones de vida, muchas de ellas en situaciones absolutamente extremas: por ejemplo, las “Mujeres dalit” (“Mujeres de la casta inferior”) que son pisoteadas y sufren discriminación racial; los chicos de la calle en Río de Janeirolos jóvenes sin futuro que avizoran el horizonte del progreso occidental y se lanzan arriesgadamente a la migración… Todos ellos poseen sueños, que han expresado con sencillez y contundencia en la intimidad de una entrevista. Ellos han tocado mi corazón porque eran sencillos, generosos, solidarios, éticos, profundos. Recuerdo a aquella adolescente de Kenia que quería ser presidenta del país para construir escuelas y carreteras y que las mujeres dejaran de sufrir. A aquellos jóvenes de una favela de São Paulo que intentaban cambiar el mundo desde una biblioteca alimentada con libros donados. O a aquel crío que quería jugar al fútbol como Ronaldo para construir una casa a su madre y un campo de fútbol para los niños de su barrio. Ay, aquellos sueños. Eran sueños de justicia. ¿Baratos? ¿Caros? Yo diría que eran sueños sensatos. La insensatez es que nuestros sueños tengan forma de jacuzzi o de jet privado. Que nos resulte ridículo e infantil aspirar a la paz mundial o al cumplimiento de los derechos humanos. Que nos parezca nimio soñar con el equilibrio interior o la alegría de vivir (…).

¿Qué nos ha pasado para que hayamos dejado de creer que es posible construir un mundo mejor? ¿Qué necesitamos para recuperar la capacidad de soñarnos mejores? Como creyente, como cristiana, respondo: volver la mirada a Jesús y su Evangelio, volver a comprometernos con la construcción del Reino de Dios. Como ciudadana: recordar que no hay nada más caro que dejar atrás los sueños solidarios de justicia e igualdad. Lo demás, son sueños baratos.