KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Santos y, por eso, felices

Autor: 
Fernando Torre, msps.
Fuente: 
LFC - MX

«¡Jesús los haga santos y felices!» , les dice el P. Félix de Jesús Rougier a los Misioneros del Espíritu Santo que días antes habían llegado a Roma, en la primera carta que les escribe. Luego repite esa idea en muchas de sus cartas a sus «amados romanos».

En casi todas las ocasiones, el Fundador expresa un deseo, una oración por sus hijos: «Su afectísimo Padre que […] suplica a Jesús que los haga santos y felices». En una ocasión tiene un tono de invitación o mandato: «Sean Santos y felices».

También encontramos unidas las ideas de santidad y felicidad en las felicitaciones que les envía en diversas ocasiones.

A primera vista, parece que eso de ser santos y ser felices son cosas separadas que el P. Félix une en sus cartas. Pero, viéndolo detenidamente, descubrimos que, para él, son dos realidades estrechamente vinculadas; más aún, la santidad es la causa, y la felicidad, el efecto. Esto aparece claramente cuando les dice: «Feliz y santo año nuevo a cada uno de Uds. Si es muy santo será también muy feliz ¡en todo sentido!»

Todos anhelamos la felicidad; el P. Félix nos indica que el camino es la santidad. Es el mismo camino que Dios nos había revelado: «si haces el bien, te sentirás feliz» (Gn 4,7); «haz lo que es recto y bueno, para que seas feliz» (Dt 6,18). Es el camino que Jesús nos trazó en las bienaventuranzas, y que él recorrió primero (Mt 5).

No se trata, pues, de buscar afanosamente la felicidad, de obsesionarnos por alcanzarla a toda costa ni de preguntarnos a cada momento si somos felices. Se trata, más bien, de «buscar la santidad» (Hb 12,14); de buscarla con suavidad, cada día. Entonces, la felicidad surgirá espontáneamente de nuestro manantial interior y nos sentiremos inundados de paz, bienestar, armonía, plenitud, esperanza, gozo…