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10 pasos para preparar el Matrimonio

Fuente: 
LFC - MX

La preocupación que el Papa Francisco siente por la familia es demasiado grande. Hemos visto como este sector de la población se ha convertido en uno de los ejes principales en los que se ha dedicado a trabajar en lo que va de su papado. Ahora, tomando como base el documento Amoris Laetitia (La alegría del amor en la familia) te presentamos los consejos que el Papa ofrece para tener una correcta  preparación al matrimonio.

1. No pierdas tiempo: La preparación al matrimonio tiende a concentrarse en las invitaciones, la vestimenta, la fiesta y los innumerables detalles que consumen tanto el presupuesto como las energías y la alegría. Los novios llegan agobiados y agotados al casamiento, y no se dan el tiempo para prepararse como pareja para el gran paso que van a dar juntos. Esta mentalidad se refleja también en algunas uniones de hecho que nunca llegan al casamiento porque piensan en festejos demasiado costosos, en lugar de dar prioridad al amor mutuo.

2. El amor por encima de todo: Tened la valentía de ser diferentes, no os dejéis devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia. Lo que importa es el amor que os une, fortalecido y santificado por la gracia. Vosotros sois capaces de optar por un festejo austero y sencillo, para colocar el amor por encima de todo.

3. para toda la vida: Hay que ayudar a advertir que el sacramento no es sólo un momento que luego pasa a formar parte del pasado y de los recuerdos, porque ejerce su influencia sobre toda la vida matrimonial, de manera permanente. Casi siempre los novios están demasiado centrados en el día de la boda, que olvidan que están preparándose para un compromiso que dura toda la vida.

4. No vallan sin orar: no sería bueno que se llegue al casamiento sin haber orado juntos, el uno por el otro, pidiendo ayuda a Dios para ser fieles y generosos, preguntándole juntos a Dios qué es lo que él espera de ellos, e incluso consagrando su amor ante una imagen de María. Esos momentos de oración pueden hacerles mucho bien para calmar los nervios y para fortalecer la seguridad del paso que están dando.

5. El verdadero valor del matrimonio: los jóvenes, deben poder percibir el atractivo de una unión plena que eleva y perfecciona la dimensión social de la existencia, otorga a la sexualidad su mayor sentido, a la vez que promueve el bien de los hijos y les ofrece el mejor contexto para su maduración y educación. la comunidad, los padres y los padrinos,  deben  ayudar  a los jóvenes a descubrir estas realidades.

6. Testimonio familiar: La compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada a afrontar hoy requieren un compromiso mayor. Es preciso recordar la importancia de las virtudes. Entre estas, la castidad resulta condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal. Respecto a esta necesidad, la exigencia de una mayor implicación de toda la comunidad, privilegiando el testimonio de las familias, además de un arraigo de la preparación al matrimonio en el camino de iniciación cristiana, haciendo hincapié en el nexo del matrimonio con el bautismo y los otros sacramentos, es de suma importancia.

7. Métodos apropiados: Hay diversas maneras legítimas de organizar la preparación próxima al matrimonio, y cada Iglesia local discernirá lo que sea mejor, procurando una formación adecuada que al mismo tiempo no aleje a los jóvenes del sacramento. No se trata de darles todo el Catecismo ni de saturarlos con demasiados temas. Porque aquí también vale que no el mucho saber harta y satisface al alma, sino el sentir y gustar de las cosas interiormente. Interesa más la calidad que la cantidad.

8. Familias misioneras: De entre las propias familias de los novios y de diversos recursos pastorales búsquese ofrecer una preparación remota, que haga madurar el amor que se tienen los que se están preparando a celebrar el sacramento del matrimonio, con un acompañamiento cercano y testimonial. Suelen ser muy útiles los grupos de novios y las ofertas de charlas opcionales sobre una variedad de temas que interesan realmente a los jóvenes. No se olvide que son indispensables algunos momentos personalizados, porque el principal objetivo es ayudar a cada uno para que aprenda a amar a esta persona concreta con la que pretende compartir toda la vida.

9. Reconozcan lo que no es tan bueno: De este modo se puede llegar a advertir que no es razonable apostar por esa relación, para no exponerse a un fracaso previsible que tendrá consecuencias muy dolorosas. Los novios deberían ser estimulados y ayudados para que puedan hablar de lo que cada uno espera de un eventual matrimonio, de su modo de entender lo que es el amor y el compromiso, de lo que se desea del otro, del tipo de vida en común que se quisiera proyectar. Estas conversaciones pueden ayudar a ver que en realidad los puntos de contacto son escasos, y que la mera atracción mutua no será suficiente para sostener la unión.

10. Pastoral pre y matrimonial: Deben ser ante todo una pastoral del vínculo, donde se aporten elementos que ayuden tanto a madurar el amor como a superar los momentos duros. Estos aportes no son únicamente convicciones doctrinales, ni siquiera pueden reducirse a los preciosos recursos espirituales que siempre ofrece la Iglesia, sino que también deben ser caminos prácticos, consejos bien encarnados, tácticas tomadas de la experiencia, orientaciones psicológicas. Todo esto configura una pedagogía del amor que no puede ignorar la sensibilidad actual de los jóvenes, en orden a movilizarlos interiormente. A su vez, en la preparación de los novios, debe ser posible indicarles lugares y personas, consultorías o familias disponibles, donde puedan acudir en busca de ayuda cuando surjan dificultades.