"Aceptar al otro como es"

El filósofo Gabriel Marcel decía que cuando uno ama de verdad a alguien es como si le dijera: “me gusta que existas”, “quiero que existas eternamente”, y más todavía: “quiero que seas eternamente quien eres”. 

Porque cuando alguien ama de corazón acepta al otro como es, con sus oscuridades, con sus debilidades, con sus pequeñeces, con sus puntos grises, y también con sus aspectos lindos, con sus capacidades, con su forma de ser única, con su cuerpo tal como es, sin pretender cambiarle nada. De hecho, quien ama no cambiaría a su amado (o amada) por nadie más.

El amor es una aceptación profunda del otro porque uno se siente unido a él por el afecto. Y si esto es así, tenemos que reconocer que de esa manera nos ama Dios. Si eso es amar a alguien, de esa misma manera nos ama el Creador, y con creces. Nadie nos acepta como Él, nadie nos valora íntegramente como Él, nadie entiende como Él el sentido y la importancia que tiene nuestra existencia. 

Por supuesto que Dios quiere vernos crecer, y anhela que desarrollemos más todavía las cosas buenas que hay en nosotros, pero lo primero de todo y lo más importante es que nos mira, nos valora, nos ama y sabe bien el sentido de nuestra vida. Él nos dice a cada uno: “me gusta que existas”, “me gusta cómo eres”, “deseo que crezcas y madures”, “te quiero eternamente por ser quien eres”. 

Escuchemos en nuestro interior esas palabras de amor que Dios nos dirige, y alegrémonos de existir, cada uno en su singularidad e irrepetibilidad.