KÉNOSIS

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¡Acuérdate del día Sábado y santifícalo!

Autor: 
José López
Fuente: 
LFC (México)
Jesús sana en día sábado

El tercer mandamiento: ley de amor y libertad

La santificación del día Sábado (día Domingo) se fundamenta en las Sagradas Escrituras, específicamente en el Antiguo Testamento: “Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso en honor a Yahvé, tu Dios…” (Éx 20,9-11). Por tanto, igual como Dios descansó tras realizar sus obras, también nosotros debemos distanciarnos del trabajo y participar del descanso divino y celebrar oficios religiosos.

A pesar de esta normativa divina, muchos cristianos reducen esta disposición a la exigencia de ir a Misa. Pero Dios quiere otra cosa: “Él desea que le honren y den culto en función de la libertad y la liberación humanas”. Es decir, el Señor nos provee de esta disposición, suave y agradable, porque es un beneficio humano y no una obligación.

Dios quiso crear un espacio de ocio para la gente, para que tuviera un respiro. Porque si descansamos un rato de nuestro trabajo, éste también se beneficia, se hace más fructífero. Además, nosotros los seres humanos nos enriquecemos si nos concedemos un día de reposo para renovar nuestras fuerzas internas.

Un día santo

Dios santificó el Sábado. Y santo en la Biblia significa “aislado”, “lo que se aparta del mundo”. Por tanto, el Sábado es santo (el Domingo es santo); se halla apartado del dominio del mundo, del terror de los plazos, de la presión de las expectativas a las que nos sentimos continuamente expuestos. Es un tiempo sagrado de Dios y de nosotros.

También lo santo sana. El Sábado (el Domingo) es un medio de salvación para las personas, porque nos evita acabar en un estado febril y de agitación, y nos lleva a hacerle sitio al descanso con nuestros seres queridos, a curarnos y llegar a la plenitud.

Un día de  libertad

En el libro del Deuteronomio se narra la liberación del pueblo elegido en día Sábado: “Recuerda que tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto y Yahvé, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y con el brazo extendido; por eso Yahvé, tu Dios, te manda guardar el día del sábado” (Dt 5,15).

Por eso el Sábado (el Domingo) supone libertad: nos protege de convertirnos en esclavos del trabajo. El Sábado es un día que poco a poco elimina todas las diferencias entre señores y esclavos, entres personas y animales; es un día en que se pone fin a las diferencias denigrantes que existen dentro de la sociedad.

Jesús santifica el Sábado

Ya en la época de Jesús no se tenía claro el sentido del mandamiento del Sábado. Se malinterpretó la preocupación de Dios por la libertad de las personas y, en su lugar, se establecieron normas mezquinas sobre el día santo. Parecía que lo más importante era seguir las normas al pie de la letra sin siquiera reconocer el sentido de las mismas. Jesús trastocó estas reglas estrictas, especialmente la relativa al día Sábado. Él recordó a sus contemporáneos que Dios nos ha obsequiado los mandamientos para hacer posible que las personas lleven una vida humana digna y no para imponer su voluntad.

Por eso Jesús sanaba durante los sábados. Y con su comportamiento apuntó al sentido originario del descanso y la santificación del día santo.

En el evangelio de Lucas se narra que en un Sábado Jesús endereza a la mujer encorvada. Cuando el jefe de la sinagoga se indigna por esto, Jesús le replica: “¿No desatan del pesebre todos ustedes en Sábado a su buey o a su asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día Sábado?” (Lc 13,15s).

Jesús nos enseña que el hombre debe celebrar en Sábado la libertad que Dios le ha dado. Por eso la curación que hace se enfoca al bien de las personas y no sólo al cumplimiento de la Ley. En el evagelio de Marcos, Jesús justifica la curación en un Sábado del hombre con la mano paralizada con estas palabras: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez de mal, salvar una vida en vez de destruirla?” (Mc 3,4). Quien sólo sigue al pie de la letra la Ley, al final hace mal y destruye la vida. Para Dios, en cambio, el mandamiento de guardar el Sábado (el Domingo) implica hacerle bien al ser humano, salvar su vida y sanarle.

La santificación del Domingo

Tal como los judíos en época de Jesús, muchos de nosotros los cristianos no interpretamos el mandamiento del Domingo como una invitación a la libertad, sino que lo reducimos a reglas mezquinas.

El día Domingo lo celebraremos verdaderamente cuando nos hagamos conscientes de que la muerte y resurreción de Jesús nos han liberado de todos los poderes de este mundo; cuando consideremos este día como una fiesta de libertad.

El Domingo es un día santo, un espacio libre en medio del mundo, un tiempo sagrado que nos viene bien y es beneficioso para el cuerpo y el alma. Guardar el Domingo nos libera de la presión externa y nos deja descansar. Porque es un día que protege nuestra libertad; es un día santo que elimina el terror del mundo y nos acerca a nuestro Creador.

¿Por qué razón los cristianos celebramos el Domingo como día del Señor y no el Sábado?

La transferencia del día del Señor del Sábado, séptimo día, al Domingo (día primero de la semana) ocurrió en tiempo de los apóstoles con motivo de la resurrección de Jesucristo. El Domingo Cristo resucita, vence la muerte y completa la obra redentora. Si bien el séptimo día (Sábado) Dios “descansó” al fin de la Creación, el Domingo es el día en que todo es re-creado en Jesucristo.

Además, el Domingo es el día de Pentecostés, día en que estaban reunidos los Apóstoles con María Santísima en oración y se derramó sobre ellos el Espíritu Santo.