“¡Ánimo, ten confianza!”

Entre las palabras de Jesús que más impactaron a sus oyentes destacan las siguientes: “¡Ánimo, ten confianza!”. De hecho, mediante el uso de estas palabras Jesús realizó muchos de sus milagros. A las personas que tenían alguna dificultad, les decía: “¡Ánimo!” o “Ten fe”. Por ejemplo, al paralítico tendido en una camilla le dijo: “¡Ánimo hijo!, tus pecados te son perdonados” (Mt 9,2). Así el paralítico pudo levantarse y comenzar una nueva vida. A una mujer que sufría hemorragias y se acercó a Él con fe le dijo: “¡Ánimo hija!, tu fe te ha salvado” (Mt 9,22). Y ella también pudo comenzar una nueva vida. Al ciego abandonado al lado del camino, que le gritaba pidiéndole ayuda, le dijo: “¡Ánimo, levántate!” (Mc 10,49). El ciego se puso de pie y, curado, “lo siguió por el camino” (Mc 10,52). Y a los discípulos perturbados les dijo: “En el mundo tendrán que sufrir, pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Esas palabras y esa actitud Jesús nos la sigue transmitiendo, especialmente cuando nos sentimos mal. ¡Él nos da ánimo! Él nos dice que siempre hay esperanza, nos dice que no nos detengamos, que no nos quedemos tendidos en el piso o abandonados al lado del camino, y nos da fuerzas para que siempre volvamos a emprender la marcha. Jesús, hoy como ayer, nos dirige esas palabras que confortan, movilizan y elevan: “¡Ánimo, yo estoy contigo, confía en mi!” Y nos invita a seguir avanzando hacia la perfección, a superar las pruebas que de continuo aparecen en el camino, a reconocer su gloria de resucitado que nos alegra y vivifica… Así que, “¡ánimo!, déjate alentar, y sigue caminando lleno de confianza!”