KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Carta del mes: “No sé qué hacer con mis hijos adolescentes”

Autor: 
P. Emmanuel
Fuente: 
LFC-Mx

Hola a todos los que hacen posible la revista La Familia Cristiana, mis mejores deseos para ustedes. Les escribo porque me gustaría recibir algunos consejos para ser un buen padre. Les platico brevemente:

Yo no tuve la oportunidad de conocer a mi papá; fui criado por mi mamá y mis abuelitos, lo que me hizo prometerme a mí mismo que cuando fuera padre, sería el mejor padre del mundo. El tiempo pasó; conocí a la mujer de mi vida, fuimos novios y ahora estamos felizmente casados, no todo el tiempo, pero con un poco de esfuerzo, comprensión y mucho amor hemos salido adelante.

Tenemos dos hijos, una tiene 20 años y el otro 16. La niñez de mis hijos fue un tiempo maravilloso, al ver cómo descubrían el mundo; la primera vez que dijeron “papá” fui muy feliz; el detalle estuvo cuando mi esposa y yo decidimos que ella se encargaría de nuestros hijos y yo trabajaría para poder satisfacer las necesidades de la casa.

El tiempo que paso en la oficina aumentó, sin contar el tiempo que invierto en trasladarme de la casa al lugar de trabajo; salgo muy de mañana, cuando mis hijos aún duermen y cuando regreso, ya se han ido a la cama. Los fines de semana, mis hijos prefieren salir con sus amigos, así que el tiempo que convivo con ellos es mínimo.

El problema es que últimamente, sobre todo mi hijo el más pequeño se ha vuelto muy mal educado; no me hace caso, nos pide cosas, según que para la escuela y, cuando por limitaciones económicas no se las podemos dar, en seguida hace berrinche, nos deja de hablar y nos ha llegado a gritar.

El fin de semana pasado le pidió permiso a su mamá para salir a una fiesta; no nos contestaba las llamadas a su celular; llegó muy de madrugada a la casa y con aliento alcohólico; cuando quisimos llamarle la atención nos tiró de locos y se fue a encerrar a su cuarto. Después, cuando quise hablar con él, me echó en cara que no pasé tiempo con ellos y que ahora él no planea dejar a sus amigos para pasar tiempo conmigo.

Lo he llevado al psicólogo, pero no veo cambios en él y me ha dicho que ya no quiere seguir viendo al psicólogo porque si sus compañeros se llegasen a enterar no le volverían a hablar.

Yo no quiero imponerme, porque no estoy siempre en la casa y el poco tiempo que estamos juntos no quiero que sólo me recuerden como el que se la pasaba gritando o enojado, o como quien no daba permisos, es decir no quiero que crezcan odiándome.

Por favor padre, dígame qué puedo hacer.

Atte. Un padre anónimo.

RESPUESTA A LA CARTA DEL MES

Amable padre de familia:

Aludiendo a las palabras con que inicia su carta, La Familia Cristiana representa el esfuerzo de un equipo de religiosos y laicos colaboradores que ponemos lo mejor de nosotros mismos redactando, diseñando, corrigiendo, imprimiendo y distribuyendo para que el mensaje llegue hasta la puerta de la casa de las familias, razón de ser de nuestro esfuerzo. Queremos agradecerle que usted haya tenido la confianza para buscar en nosotros una orientación.

La importancia de un modelo paterno

Lamento que usted no haya tenido la oportunidad de convivir con su papá, lo cual entristece un poco el corazón; pero lo más preocupante es que, al no haber convivido con su padre, le faltaron las experiencias gratificantes (como la cercanía, el abrazo, la protección) y las que a veces no nos gustan (como el regaño o algún golpecillo para romper el capricho infantil) y también las ilustrativas (como ver cuando trabaja, hace ejercicio, estudia, negocia e incluso reza). Qué importante es, en estos casos, valorar y suplir la carencia del papá y desde esa consciencia acercarse a algún adulto valioso y seguro de sí mismo, o leer e inclusive preguntarle a algún pariente o maestro sobre algunas cuestiones básicas útiles para la vida o para extraer el conocimiento necesario para iluminar la posterior experiencia de ser padre.

Esposa e hijos: alegría y compromiso

La vida le presentó a usted la oportunidad de conocer a la compañera de su vida, posterior novia y agradable esposa con quien logró integrarse como pareja a pesar de la presencia de algunos límites, supongo que de los dos.

Y llegaron los hijos a quienes ustedes recibieron bien, los cuidaron y usted en particular gozó cuando con su vocecita le dijeron “papá”. Los niños cautivan con sus ocurrencias motivadas por su necesidad de aprender y adaptarse.

Pero crecen rápido, “se estiran” como decimos familiarmente, y llegan a la adolescencia, edad particularmente necesitada de la asistencia paterna y materna. Papá y mamá no siempre resultan preparados para acompañar a sus adolescentes que piden coherencia de vida, cariño y atención a pesar de las desconcertantes quejas sobre nuestra “incomprensión”, “no me entiendes” suelen decir, y con la inestabilidad de carácter y temperamento nuestros hijos e hijas se vuelven conflictivos e impacientes; al mismo tiempo reclaman confianza y libertad. La libertad es un valioso ejercicio para el futuro y la confianza es el punto de seguridad y equilibrio para sus pasos juveniles.

Papá y mamá, presentes en el acompañamiento de los hijos

Pese a que los hijos adolescentes parecen fastidiarse con la presencia cercana de los padres, en realidad los necesitan ante todo como compañía; a ningún adolescente le favorece el que sus padres se queden tan lejos que les resulten unos extraños. Así como los primeros que se impresionan de la talla, las costumbres y razonamientos de los adolescentes son los adultos: papás, abuelos, tíos, maestros, amigos de la familia que expresan “qué alto está tu hijo”, “qué guapa está tu niña”… Así también los hijos que pierden temporalmente el contacto con sus papás terminan por constatar que había facetas que no les conocían.

A los cambios corporales y actitudinales de los hijos que han crecido, debe corresponder un cambio en la relación paterno-filial. Los dos, papás e hijos, deben adaptarse.

Y, hay que decirlo, hijos e hijas necesitan a los dos. Así como los niños distinguían bien al papá y a la mamá por su forma de ser y de actuar no sólo como personas diferentes sino como padre con sus facultades y funciones y a su madre con sus facultades y funciones, así los adolescentes requieren cerrar su proceso de asimilación de la figura paterna por una parte y de la figura materna por la otra. Pero si están conviviendo sólo con la mamá que está en casa, pendiente de ellos, mientras que al padre casi no lo ven, se corre el riesgo de conseguir una asimilación parcial y carente de figura paterna con las consecuencias subsiguientes de “mucha madre y poco padre”.

Cómo afecta la ausencia de uno de los papás

Pero no es que la madre, por estar constantemente presente, sea automáticamente reconocida. También la cercanía constante puede fastidiar y cansar hasta caer en la  rutina y costumbre, lo que va achatando las relaciones y la benéfica cercanía.

A mi juicio fue un acuerdo poco sano haber decidido entre ustedes que el papá, provisor de los medios de subsistencia, acompañaría poco a los hijos a quienes cuidaría preferentemente la mamá. Aunque la convivencia familiar tendría que ser diaria o al menos lo más constante posible, faltaron los acuerdos de fin de semana para suplir la ausencia durante la semana; de modo especial hizo falta la organización del “domingo familiar”. Que los jovencitos tengan amigos y amigas es necesario pero sin cancelar la convivencia con sus padres y hermanos; también estos últimos se pueden convertir en “extraños”.

Una cosa son los amigos y otra la familia; aunque puede darse que algunas personas prefieran a los amigos, no es lo ordinario. El ambiente familiar debería de garantizar no sólo el bienestar físico de los miembros de la familia, sino también y, sobre todo, la salud espiritual. Es en la familia donde encontraremos los valores y las buenas maneras; si la familia no vela por sus miembros es difícil esperar que otro lo haga.

En el caso que usted, señor, refiere sobre lo que, al menos uno de los hijos manifestó de que no iba a dejar a sus amigos para pasar tiempo con ustedes, muestra que sus muchachos lo que están manifestando es una represalia (forma de protesta y revancha) por la prolongada ausencia de usted.

¿Cómo recuperar la cercanía y el cariño de tus hijos?

Ante todo no hay que dejar al abandono el asunto. Comienza por platicar con tu esposa para que ella se involucre y ofrezca toda su colaboración para un plan de recuperación.

Conviene replantearse los esquemas que han implantado hasta ahora en la familia. Probablemente habrá que hacer algunos cambios nada fáciles: reacomodar los horarios personales; tal vez (como lo han hecho algunos) hay que cambiar de trabajo o reacomodar con sacrificio los horarios para favorecer el encuentro familiar, quizá con menos paga pero con garantía de más tiempo para la familia; renunciar a algunas aficiones personales para asumir las actividades propias con las de la familia; tener tiempo para platicar, celebrar los cumpleaños y aniversarios, salir juntos. A veces nos parece que el dinero es lo que más satisface a nuestros hijos y que la convivencia no fuera tan importante, pero no es así; ellos requieren de la presencia, la palabra, la motivación y aun la advertencia de su padre… incluso cuando no siempre les proporcionen todo lo que ellos quisieran.

Te propongo hacer un plan para platicar este tema con tus hijos; puede ser juntos o con cada uno de ellos (si se hace juntos es que se trata como problema familiar; platicar por separado permite que cada hijo manifieste sus ideas e intereses de su persona y de edad).   Probablemente no bastará una charla informal sino un examen a fondo y llegar a resoluciones concretas que ayuden a recuperar el conocimiento de los miembros de la familia, la confianza, el cariño y, desde luego, la convivencia familiar.

Sugerencias prácticas para hablar con los hijos

a) Hazte unas preguntas previas: ¿Qué imagen tiene hoy tu hijo/a acerca de ti? ¿Cómo le ha afectado la frustración de no haber contado contigo?

b) Busca el mejor momento para el diálogo. Ve dispuesto a escuchar y dispuesto a solucionar las situaciones que han impedido la convivencia.

c) No saques culpas por delante. Si es necesario pedir perdón, hazlo con sencillez.

d) Agradécele a tu hijo/a su disposición al diálogo. Si se negara, dale tiempo e insiste con amor de padre  y con paciencia.

e) Si eres cristiano, encomiéndate a Dios antes de entablar los diálogos y al final dale gracias y pídele fortaleza para cumplir los propósitos.

ORACIÓN PARA EL REEENCUENTRO FAMILIAR

Señor Dios, Padre bondadoso y Señor de nuestras vidas. Te agradezco el don de la mujer que pusiste a mi lado, la madre de mis hijos. Quiero expresarte la dicha de haber sido el padre de estos hijos. Sabes que los amo intensamente como seguramente tú me amas mí y a todos. A ti que tienes corazón de Padre te encomiendo esta situación incómoda que estamos viviendo en nuestra familia. Te ruego, Señor, suavices nuestros sentimientos y nos ayudes a superar nuestros resentimientos y que, lejos de distanciarnos más, seamos capaces de ceder a nuestro orgullo herido para regresar al amor de familia. Sagrada Familia de Nazareth, Jesús, José y María, rueguen por nosotros. Amén.

Con cariño: P. Emmanuel.