KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Creo en el Dios de Jesús

Autor: 
Francesco Cosentino
Fuente: 
Settimana News

El mayor obstáculo para la vida espiritual en nuestro tiempo son las falsas concepciones de Dios. Es decir, las erróneas imágenes, a veces opresivas, a veces negativas, que a menudo oscurecen el verdadero rostro del Creador.

Hoy por hoy prevalece en nuestros ambientes una actitud religiosa alimentada por el miedo, lo que lleva a algunas personas a vivir en un sentimiento de culpa y a considerar a Dios como un juez severo y despiadado. Por eso, es importante analizar las imágenes de Dios presentes en la Biblia y, en particular, el retrato que Jesús hace del Padre, el cual es misericordia infinita, que cuida a sus hijos, que tiene compasión por sus heridas y los acompaña en su historia personal.

A la luz de la obra titulada “No es lo que crees” (EDB 2019), del autor Francesco Cosentino, busquemos sintetizar aquellos elementos que constituyen el verdadero rostro de Dios, a fin de purificar nuestras concepciones y prácticas de vida personal y comunitaria.

Esta exposición la realizaremos a manera de Credo. Pondremos, primero, aquello que no corresponde a la fe cristiana, y luego, lo que en efecto nos conduce a una vida más clarividente según el Evangelio de Jesús.

El dios en el que no creo

1. No creo en el Dios provisional, a quien proyecto deseos y necesidades, a quien debo recurrir cuando la vida diaria se vuelve insoportable y del que debo esperar lo que yo mismo debo atreverme a hacer.

2. No creo en el Dios que, desde la altura de su trascendencia y omnipotencia, mueve las cosas a voluntad y me lleva a creer que es inútil comprometerse a cambiar el curso de los acontecimientos.

3. No creo en el Dios distante y despiadado que exige a la perfección mi desempeño y que me castiga si me desvío del camino correcto.

4. No creo en el Dios del miedo que me castiga y defrauda. Ni tampoco en ese Dios caprichoso que me ama sólo porque hago el bien, y que estaría dispuesto a odiarme si hago el mal.

5. No creo en el Dios legalista, desprovisto de sentimientos, desalmado y meticuloso, que registra cada error mío para declararme una sentencia severa.

6. No creo en el Dios espía, ese “gran hermano”, ese grande ojo que lo penetra y lo ve todo, hasta el punto de violar mi libertad.

7. No creo en el Dios que antepone el sacrificio al amor, o que quita las alas de la alegría y la libertad, haciendo de mi vida una carga insoportable que me hace sufrir y me oprime.

8. No creo en el Dios torturador que realiza venganzas y castigos, que envía catástrofes y terremotos con el objetivo de despertar en mí sentimientos fanáticos o superstición.

El Dios en el que creo

1. Creo en el Dios que enciende la vida, que pone en marcha la esperanza y susurra al oído las inquietantes preguntas del corazón porque me ama.

2. Creo en el Dios que me invita a salir, a mantenerme en un éxodo permanente, a caminar día tras día hacia su encuentro.

3. Creo en el Dios bíblico que me invita a un encuentro “cara a cara”, pero que, de cuando en cuando, sólo alcanzo a mirarle por encima del hombro, dado que se esconde y calla. Y cuando creo que lo he perdido, me siembra nuevas huellas en el camino a fin de que le descubra.

4. Creo en el Dios que es Padre, que me espera en el umbral de la vida, que es amigo y que sorprende en medio del desierto de la banalidad y de la aburrida rutina.

5. Creo en el Dios humano, humilde, frágil y enamorado que conoce todo aquello a lo cual aspiramos.

6. Creo en el Dios que me ha dotado de una dignidad inviolable, una dignidad enraizada en el cielo y abierta a hacerme pleno desde mi humanidad.

7. Creo en el Dios que trabaja y actúa en mi vida, que permanece a mi lado como el pastor que cuida a su rebaño, que sale a buscarme en cada instante y ante toda circunstancia.

8. Creo en el Dios que me infunde seguridad y cercanía, porque está lleno de ternura y que me ofrece sus brazos para que yo, como un bebé destetado, pueda encontrar en Él la calma y serenidad.

Pero, sobre todo, creo en el Dios de Jesucristo

1. Ese Dios que me busca no sólo cuando estoy perdido, sino que permanece en expectativa, buscando, con los brazos abiertos, para recibirme.

2. Creo en el Dios de Jesús, que es amor, bondad y misericordia. Ese Dios que no solo se conmueve de mis heridas, sino que se ofrece por mí en la cruz.

3. Creo en el Dios de Jesús, que tiene entrañas de compasión y que lucha con todas sus fuerzas para que nadie se pierda en las miserias del mundo.

4. Creo en el Dios de Jesús que inaugura su Reino, es decir, su proyecto de amor, como promesa de gracia y salvación para todos. Un Reino que me obliga a buscar significados y a comprometerme en el aquí y en el ahora.

5. Creo en el Dios de Jesús que guía la historia con providencia, recoge en sus brazos la vida de toda criatura, y conoce cada una de sus necesidades.

6. Creo en el Dios de Jesús, Ése cuyo ser se manifiesta en el amanecer, en la alegría de una fiesta de bodas, en la fragancia de la semilla del campo, en los brotes de la primavera, en el agricultor, en el padre, en la madre, en los hermanos.

7. Creo en el Dios de Jesús, que sacó de la oscuridad al pueblo elegido, que ama la justicia y se apiada de los pobres y desvalidos.

8. Creo en el Dios de Jesús, que vive y actúa en mí, que es Padre y Espíritu Santo.

Traducción del italiano: Rafael Espino