KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Cuando la justicia es tu fe

Autor: 
Verónica Macedo
Fuente: 
Revista Crítica

De pequeña me enseñaron que la fe era un don. Un don era algo que venía con nosotros, o no, desde el nacimiento y que en el caso de mis clases de catequesis suponía creer en los dogmas de la Iglesia. Si no tenías esa fe, sin ese don, eras un ser desafortunado. Todo lo que teníamos que creer era cuestión de fe. Mis preguntas, por tanto, eran una cuestión de falta de fe… No estoy hablando de hace un siglo. Estoy diciendo lo que me pasó hace 25 años… Y sé que todavía hay quien entiende la fe así.

Sin embargo, tuve una maravillosa crisis. Con 19 años, y ya en la universidad estudiando dos carreras en dos universidades públicas, me encontré con cátedras completamente opuestas en su concepción del mundo. Empecé a entender que nos regimos por paradigmas, algunos muy diferentes, y que no tenía que sentirme mal ni condenada por cuestionarme el mundo.

Sin embargo, frente a cada avatar y desafío, siempre hubo una gran ayuda en mi vida. A veces una persona, un familiar, un conocido, un amigo, una circunstancia y hasta muchas casualidades me traían esa fuerte convicción de que había algo mucho más allá de mí, de mis dudas, de mis miedos…, algo muy grande que estaba protegiéndome, cuidándome y amándome sobre toda catástrofe y que se me hacía un regalo asombroso cada vez que conocía a alguien…

En mi vida siempre estuve rodeada de gente de fe. Personas extraordinarias que, sólo por su ejemplo, te hacían desear vivir, pensar y sentir como ellas.

Pero, sobre todas las cosas, la fe ha llegado a mí a través de los milagros. Sí, los pequeños milagros cotidianos…, el abrazo oportuno de un niño, por ejemplo, es uno de esos milagros. La sonrisa que alguien defiende pese a todas sus tristezas, ese es un gran milagro. Esos momentos, y no los dogmas, son mi fe cotidiana. La oportunidad de hacer algo por el mundo y ver que no estoy sola para hacerlo, ésa es mi gran fe.

He de decir que hay personas que admiro desde las entrañas por su tremenda entrega hacia el mundo y su inmensa capacidad de sacrificio: esas personas que vi dando su vida en África, pudiendo estar en Europa, o esas personas que invitan a África a su casa, para romper las barreras de la injusticia social… ésas personas son mi utopía. Son la verdadera fe encarnada y yo creo en ellas, como ellas en Jesús de Nazaret.

Antes de acabar, pido a quienes quieren trasmitirla que no presuman de la fe, que la compartan como el agua fresca…

Finalmente voy a compartir una frase de un cuento donde una niña sueña con ser locutora deportiva de radio para que al gritar los goles la gente salte de alegría. Ella es ciega pero sabe cómo hacerlo: su abuelo le irá contando al oído lo que pasa en el partido para que ella lo pueda trasmitir… y cuando le dicen que eso no será posible ella responde: “Lo imposible es la meta de los que creen”. ¡Brindo por los que creen!

Acerca de la autora: Verónica Macedo es Directora de Saniclown para la Sanidad Ponente de Clownfusiones (contacto: veromacedo@hotmail.com).

Fuente: Revista “Crítica”.