KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

¡Dependemos de Dios!

Autor: 
Padre Rafa
Fuente: 
Kénosis

Un día, Emmanuel y su padre estaban cavando en el huerto que había detrás de su casa, cuando, de repente, se toparon con una grande piedra.

“Tenemos que quitarla”, dijo su padre.

“Yo lo haré”, dijo Emmanuel, deseando ser útil.

Empujó y jadeó hasta quedarse sin aliento.

“No puedo hacerlo”, dijo Emmanuel, admitiendo su derrota.

“Yo creo que puedes”, respondió su padre. “Lo lograrás si intentas todo lo que crees que puedes”.

Emmanuel lo intentó de nuevo hasta que le dolieron los brazos y estuvo a punto de llorar.

“No puedo hacerlo”, repuso. “De verdad que no puedo, papá. Lo he intentado con todas mis fuerzas y no se ha movido ni una pizca”.

“¿Haz hecho realmente todo lo que te parece que puedes hacer?”, preguntó amablemente su padre. Emmanuel asintió con un gesto; pero su padre movió la cabeza.

“Hay una cosa que has olvidado hacer. Si la haces, conseguirás mover la piedra”.

“¿Qué es lo que he olvidado?”, preguntó Emmanuel confuso. Su padre sonrió.

“Podías haberme pedido que te ayudara; pero no lo hiciste”. 

“Papá, ¿quieres ayudarme?”, preguntó Emmanuel.

El padre y el hijo aunaron sus fuerzas y comenzaron a empujar. Lentamente, la piedra se movió hasta dejar libre el huerto. Emmanuel se reía encantado.

“¡Lo hemos logrado, papá!”, dijo.

A manera de reflexión:

La historia anterior nos recuerda el imprescindible papel de los padres en nuestra educación y vida. A ellos hemos de brindar veneración, honra y respeto.

Además, desde la perspectiva de la fe, la historia también nos recuerda que somos hijos de Dios, y como tales tenemos la dicha de acceder a las realidades del Cielo y alcanzar la salvación.

La historia de Emmanuel y su padre nos lleva a reconocer que, con frecuencia, nos parece que tenemos que llevar nuestra carga solos, pero no es verdad. Tenemos siempre a Dios Padre al alcance de la mano, y Él sólo espera que le pidamos ayuda.

Igual como el padre bondadoso con su hijo, Dios desea que nos esforcemos como si todo dependiera de nosotros, pero que confiemos en Él como si cuanto hacemos dependiera únicamente de su gracia y fuerza.