KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Domingo 03 de diciembre de 2017

Autor: 
Rafael Espino
Fuente: 
Vida Pastoral México

I Domingo de Adviento (Ciclo B)

ANTÍFONA DE ENTRADA

A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti no quedan defraudados (Cfr. Sal 24,1-3).

MONICIÓN DE ENTRADA

El tiempo de Adviento es una oportunidad para hacer un breve silencio y meditar en nuestro interior el acontecimiento del Verbo encarnado. Gocemos, pues, de este periodo especial que la Iglesia nos propone para afianzar nuestra fe en Jesús, nuestro Salvador. Nos disponemos a iniciar nuestra Eucaristía.

MONICIÓN DE LA PRIMERA LECTURA

El profeta Isaías eleva una oración de súplica a Dios; es una oración que nos ayuda a fortalecer la esperanza y a pedir perdón a Dios por nuestras faltas. Escuchemos.

MONICIÓN DE LA SEGUNDA LECTURA

San Pablo recuerda a los corintios la abundancia de dones que han recibido de parte de Dios, y los exhorta a mantenerse irreprochables hasta la venida de Cristo. Escuchemos.

MONICIÓN DEL EVANGELIO

Jesús exhorta a sus discípulos a mantenerse vigilantes para que, en el momento del juicio final, el Señor les premie con el Reino eterno. Escuchemos.

 

“Velen y estén preparados”

La Palabra de Dios quiere despertarnos y alentarnos para que nuestra actitud sea de vigilancia y preparación en vista a la próxima Navidad. En efecto, el tiempo de adviento nos conducirá poco a poco hacia el encuentro con el nacimiento de Jesús y hacia su venida final. Los dos acontecimientos exigen preparación.

Jesús está frente a nuestra puerta y nos pide acogerlo. Para eso urge estar alerta y velar. Frente a esta expectativa, el evangelista nos anima para que ese día el Señor nos encuentre atentos y con lo necesario para responder a su llamado. La actitud de vigilancia aquí solicitada es comparada con la del portero de la casa: “Velen y estén preparados… Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando”. La preparación es para no ser sorprendidos a la llegada del Salvador. Preparación interior y exterior necesaria para percatarnos del paso silencioso del Señor. La brevísima parábola de los siervos de la casa y del portero, llamados a no dejarse vencer por el sueño, alude a los discípulos de todos los tiempos. Puesto que nadie fuera de Dios conoce el día y la hora de la llegada del Señor, la preparación continua es la actitud espiritual que debe determinar la vida responsable de todo discípulo.

Sea la exhortación a la precaución o la sugerencia a la vigilancia, ambos forman el principio y el fin del discurso evangélico de Jesús que nos ha presentado el evangelista Marcos. A pesar del ruido que nos bombardea por todos lados, sobre todo en este tiempo cargado de luces y colores, busquemos la forma de concentrarnos en la contemplación de ese gran misterio, que es la venida del niño Dios y su futuro retorno.

Reflexión: P. Umberto Mauro Marsich, SX

Citas bíblicas:  Is 63,16-17.19;64,2-7; Sal 79; 1Cor 1,3-9; Mc 13,33-37