KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

El arte de ser papá

Autor: 
Félix Alcaraz
Fuente: 
LFC - Mx

Hasta hace poco tiempo, tan poco que aún lo vemos, la acción del papá estaba limitada a proporcionar lo de la Divina Providencia: casa, vestido y sustento; y la de impartir disciplina: “¡Pero cuando llegue tu padre...!”. Eran padres que dominaban con la sola mirada, pero tristemente actuaban sólo como “domadores”,  dejando a la mamá el resto (nada poco ni de menor importancia): el equilibrio emocional de los hijos y su formación. Para fortuna de todos, cada vez es más frecuente constatar que el padre les proporciona besos, abrazos, palabras de aliento y apoyo en las problemáticas que se les van presentando, de acuerdo con los cambios de su etapa de desarrollo y a la época que les toca vivir, en  un ambiente lleno de agresión y desvalorización.

Lo más importante que ha de dejar el padre a sus hijos es lo siguiente: Dios y familia. Lo demás se acaba o acaba por hacerlo un inútil (herencias y valores fuera de su sitio). Los valores hay que colocarlos en su justo lugar. Dicho de otra manera, los valores espirituales son eternos y están por encima de los materiales (que son temporales y perecederos); también en casa los primeros dos mandamientos son irremplazables (“amar a Dios y amar al prójimo).

Así pues, lo primero que se debe hacer es enseñar a los hijos a amar a Dios sobre todas las cosas, mostrarlo como es, un padre bueno y misericordioso, presto a ayudar y perdonar; darle su justo lugar, independientemente de lo que piensen los demás (sin fanatizarlo ni minimizarlo), con respeto y fe razonada y que crezcan con esta idea firme para que cuando lleguen corrientes ideológicas diferentes ni se extrañen ni se tambaleen.

En seguida, el padre ha de apoyar en todo a la esposa, pues se requiere que se fortalezca la relación madre-hijo y de esa manera el niño aprenda el valor de la unidad familiar, con lo que se fortalece también la relación padre-hijo, dándose cuenta el bebé que de esa manera puede contar con su padre. Esto da por resultado que ambos se sientan valorados y protegidos (elemento indispensable para el buen funcionamiento familiar).

La figura paterna es además importante para que los varoncitos tengan una imagen masculina con la cual identificarse, y las niñas reafirmen su feminidad, lo cual es básico para su desarrollo posterior, pues afectará toda su vida la forma en que se relacionen con otras personas, en particular con su pareja en el futuro. A pesar de ello el padre permanece poco tiempo en el hogar, generalmente por razones de trabajo, y a pesar del cansancio debe darles su atención todos los días, lo que le confiere al niño la seguridad de que es importante para él.

Es necesario que nos adelantemos a los problemas, es decir que actuemos en forma previsora, para ello se requieren papás reflexivos, analizadores y autocríticos, desde que decidimos ser padres y cuando los hijos son pequeños, no sea que nos sorprendan los problemas y tengamos que dar soluciones al vapor y las medidas sean drásticas y precipitadas, y muy probablemente erradas. Los hijos pasan delante de los padres una sola vez y... no vuelven más. De nada vale decir entonces: “¡Qué diera por regresar el tiempo y tener otra oportunidad para hacer lo que debí haber hecho!”. El padre que ama a sus hijos tal vez cometa errores pero pronto aprenderá y no habrá perdido nada. Por otro lado, existen situaciones en las que el padre está convencido de que lo está haciendo bien pero... No hemos de confundir lo que yo quiero, como padre, con lo que el hijo necesita. Es decir que cuando los padres controlan, sobreprotegen o compadecen a los hijos están violando el respeto que les deben a ellos como personas. No existen modelos humanos de padres perfectos, no obstante, si se quiere mejorar es necesario comparar la manera como fuimos tratados por nuestros padres resaltando aquello que nos pareció mejor y evitando lo que consideremos negativo.

Sin duda que ser padre es un arte, hay que hacer la obra.

Felicidades a todos los padres de familia por su majestuosa labor. Y si sienten que no han cumplido como tales, no se angustien, aún es tiempo de corregir. El modelo a seguir es nuestro Padre Dios, que nos enseña cómo comportarnos con nuestros hijos: amando, perdonando, actuando con paciencia, con respeto. Pero esto requiere estar siempre alerta a sus necesidades.

A propósito, comparto con un decálogo que, a mi parecer, es muy apto para aquellos que tienen la vocación de padres. Aquí se los dejo:

1. Amarás a tu hijo con todo tu corazón, alma y fuerzas, pero sabiamente.

2. Verás en tu hijo una persona, y no un objeto de tu pertenencia.

3. No le exigirás amor y respeto, sino que tratarás de ganártelo.

4. Cada vez que sus actos te hagan perder la paciencia, traerás a la memoria los tuyos, cuando tenías su edad.

5. Recuerda que tu ejemplo será más elocuente que el mejor de los sermones.

6. Piensa que tu hijo ve en ti un ser superior; no lo desilusiones,

7. Serás en el camino de su vida una señal que le impedirá tomar rumbos equivocados.

8. Le enseñarás a admirar la belleza, a practicar el bien y a amar la verdad.

9. Brindarás atención a sus problemas cuando él considere que puedes ayudar a solucionarlos.

10. Le enseñarás con tu palabra y con tu ejemplo a amar a Dios sobre todas las cosas.

¡Hasta pronto!