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Francisco: "El silencio nos prepara para el encuentro con el Señor en la Misa"

Autor: 
José M. Vidal
Fuente: 
RD

En la audiencia de los miércoles, el Papa Francisco recuerda que la Misa es la oración más sublime y que orar "no es hablar con Dios como papagallos" y exige prepararse "con el silencio". Porque ir a misa "no es ir a un museo". En los saludos, Bergoglio da las gracias a la tripulación del buque español Cantabria, que ayuda a los emigrantes en el Mediterráneo.

Entre los asistentes a la audiencia, el cardenal Blázquez, arzobispo de Valladolid, que, en el saludo al Papa, le comenta algo al Papa, con cara de preocupación y durante más timpo de lo habitual en este tipo de saludos públicos

La lectura del Evangelio de Lucas, para este día, se sintetiza así: "Uno de sus discípulos le dijo: 'Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a los suyos. El les dijo, cuando oréis decid: 'Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación".

El texto íntegro del Papa es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy, reflexionamos sobre otro aspecto de la Eucaristía, que es la oración. Rezar es ante todo un diálogo, una relación personal. El hombre ha sido creado para este encuentro con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, relación perfecta de amor y unidad.

Jesús enseña a sus discípulos a rezar con la oración del "Padre nuestro" y con ella los introduce en el diálogo sincero y sencillo con Dios, animándolos a ir creando en ellos una conciencia filial, sabiendo decir "Padre". También a nosotros nos invita a permanecer con Él, siendo la Eucaristía ese momento privilegiado de unión con Dios y los hermanos.

"Vivir" en esa presencia supone dialogar en silencio, y para ello debemos tener la humildad de reconocernos pequeños, como el niño en brazos de su padre, confiando que todo lo recibimos de sus manos amorosas. Además, se necesita esa capacidad de asombro, como la tienen los más pequeños, para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, que nos llena de alegría y esperanza para comenzar de nuevo: Dios nos ama a pesar de nuestras debilidades y nos invita al banquete nupcial en el que el Esposo encuentra nuestra fragilidad y la sana, para devolvernos a la unidad originaria de lo que somos: hijos de Dios.

* * *

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a la tripulación del Buque Cantabria que presta su servicio en el Mediterráneo en favor de los inmigrantes. Saludo también a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los animo a acercarse a la Eucaristía para estar con el Señor, para sentarse a su lado y compartir con Él nuestra vida, escuchando su Palabra que hace arder nuestro corazón.