KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Juventud y religión

Autor: 
Juan José Morales
Fuente: 
LFC - MX

Los jóvenes se interrogan

La juventud siempre es preocupante. Unos la califican de “loca”; otros dicen que es una etapa de la vida que muchos desaprovechan; y muchos ven en lo que dice la juventud frecuentes motivos para discrepar de sus criterios, pero también para cuestionarse algunas cosas…

Nos dicen que hoy existe un renovado interés por los temas religiosos por parte de la juventud. Hace poco tiempo un grupo de jóvenes se acercó a la parroquia y me preguntaron si creía en el espiritismo. Estuvimos bastante rato hablando y pude apreciar en su mirada el afán del más allá y vislumbrar las preguntas vitales que en tantas y tantas personas quedan sin respuesta.

Sí, los jóvenes se preguntan; no pueden mantenerse al margen de las situaciones que viven, que sienten y que sufren. Oyen palabras y más palabras, escuchan ofertas de felicidad a corto y largo plazo, pero siempre en su interior queda la ansiedad de buscar el auténtico camino, “su camino” hacia la realización plena de su vida.

Todo joven suele cuestionar también su fe: una fe que no siempre ha asimilado. Sobre todo ahora que viven en un mundo en el que aparecen posturas tan radicales como las que afirman que Dios existe o que Dios no existe.

¿Quién puede dar respuestas concretas, que no aparezcan vulnerables ante la razón y ante la propia existencia?

La fe, siempre la fe

Estoy harto de escuchar la misma respuesta: “Esto lo creo por la fe”. “¡Cuánto me gustaría tener fe!”. Así me hablaba un chico de una madurez precoz, pero que en el fondo reflejaba la lucha interna ante una respuesta que “no convence”.

La fe es una opción fundamental de la existencia. Aparece de manera gratuita. Dios te la ha regalado sin pedirte nada a cambio. La fe hace ver la existencia propia y la ajena de una forma más humana y más positiva. Te hace sentirte enviado a crear desde el bien. Mi joven amigo no tiene fe porque quizá no se ha puesto a buscar a Dios, a saborear la verdad de que Dios confía en él y que reclama su ayuda para hacerse más visible a través de hombres comprometidos y creyentes.

¿Por qué los jóvenes no aceptan fácilmente la fe?

La respuesta se puede englobar en dos grandes bloques:

a) Por falta de claridad sobre Dios: la persona de Dios la perciben muchas veces distorsionada. Ven que se predica a Dios y que no siempre se viven las exigencias que impone su aceptación. Tampoco toleran un Dios lejano del hombre, opresor, injusto o invulnerable ante la situación humana. Porque un Dios que no camine con los hombres no es un Dios para los hombres. Los jóvenes saben que Dios ama al hombre; la necesidad de amor les obliga a preguntar muchas veces a Dios los porqués de tanta injusticia, de tanta incomprensión, de tanta intolerancia, y esto es lo que más les duele.

La falta de claridad con respecto a Dios determina la respuesta del joven. Si les ofrecemos un Dios fanático, ellos dirán “no”. Si les ofrecemos un Dios injusto, partidista e intolerante, ellos seguirán diciendo “no”. La fe será para ellos un ligero rumor, una invitación oscura de la cual no quieren fiarse: ¿Cómo fiarse de un Dios que es así?

b) Los jóvenes no aceptan fácilmente la fe porque la existencia de Dios supone responsabilidad por su parte. En nuestras sociedades se valora el éxito: vale quien tiene éxito, no vale quien no ha logrado algo. La gente lucha por llegar, por tener, por querer aparentar. Dios exige, a través de la fe, una visión mucho más amplia de la vida: Dios radicaliza nuestra existencia, nuestra forma de vida, nuestros fines y nuestros anhelos...

La juventud siente en carne viva estas exigencias de Dios. Cuando un joven escucha la llamada de la fe, la primera reacción es la de confusión: la vida le lanza unos mensajes determinados y la fe le exige otras posturas diversas. La vida le dice “haz esto” y la fe le grita “haz lo otro”. Ante el dilema de la fe en la vida, tiene una importancia radical el saber esperar, saber dar tiempo al tiempo y no temer unas exigencias que a la larga nos conducirán hasta la felicidad.

¿La fe se hereda?

Muchos jóvenes han rechazado una fe heredada de los padres o educadores, la han rechazado por las motivaciones antes expuestas y por no saber decidir por sí mismos. Cuando el niño pasa a ser adolescente o joven, las preguntas se radicalizan; ya no son suficientes las respuestas; ahora necesita cribarlas desde la razón, la vida y los propios sentimientos. Con todos estos interrogantes va apareciendo en el chico o la chica la necesidad de optar de un modo personal sobre la fe que una familia, un educador y un ambiente lograron transmitirle. El joven sabe que solamente él va a dar respuesta; su vida ya no será un mero pensamiento, será una realidad y, por ello, reclamará realidades.

¿Cómo tomar la decisión? Primeramente es necesaria la serenidad. Se requiere luego un estudio y una reflexión en profundidad. También es muy conveniente la orientación de alguien convenientemente formado en la fe. No obstante todo esto, hay que darle la oportunidad para que Dios se le haga más presente a través del ejercicio del amor.

La religión en los jóvenes

El joven necesita encontrar una forma de inserción en el mundo de los adultos; precisa estabilizar sus sentimientos y sus emociones. Indudablemente, la problemática que se suscita a esas edades, matiza su religiosidad con unas características concretas. A través de diferentes estudios realizados en varios países se pueden englobar a los jóvenes, según su postura ante la religión, en diferentes grupos:

a) Grupo de ateos: es un grupo minoritario que está formado por jóvenes de elevada cultura, la mayoría varones, de ciudad, de tendencia política hacia la izquierda.

b) Grupo de indiferentes: hay gente de todas las clases sociales: chicos y chicas, de todas las tendencias políticas; quizá dominan más los de ciudad. Tienen una cierta práctica religiosa muy esporádica, creen en Dios y en Jesucristo como hombre, etc., pero la religión está totalmente escindida de su vida.

c) Grupo de creyentes “oficiales”: es un grupo también minoritario. En cierta manera practican la religión, con un concepto de Iglesia relativamente vivo. Aceptan la religiosidad que han recibido de la infancia y no llegan a cuestionársela.

d) Grupo de creyentes “sacrales”: son chicos y chicas de cultura popular (obreros y campesinos) que conservan una religión cargada de devociones clásicas y con un cierto folklore religioso. Este grupo, por lo general, es mucho más numeroso.

e) Grupo crítico profético: estudiantes y obreros, sobre todo varones, de cultura media superior, de renta bastante elevada e inclinados políticamente a la izquierda. Normalmente son bastante contestatarios de todas las estructuras y, por tanto, también de las eclesiásticas. Pero psicológicamente su contextura religiosa es sana.

Actitudes a tomar

Después de desarrollar algunos elementos característicos de la fe en los jóvenes, cabe recordar algunas actitudes que los adultos hemos de tomar respecto de las nuevas generaciones:

1) Escuchar a los jóvenes: los jóvenes necesitan ser escuchados. La inexperiencia, las ilusiones desbordadas, los análisis excesivamente subjetivistas, muchas veces nos pueden ofrecer una imagen inauténtica de la juventud creyente actual.

2) Comprensión y diálogo: se necesita una caridad bien ejercitada, una comprensión grande y un diálogo constante. Hay que aceptar la verdad que el joven con su crítica nos pueda traer.

3) Apertura a los tiempos: es indudable que si queremos transmitir en la medida de nuestras posibilidades la fe en Cristo, los jóvenes nos exigirán que sea un Cristo del siglo XXI, que camine por nuestras calles y ande entre nuestra gente.

4) No temer la crítica: no hay que asustarse por esas ganas de radicalidad en los jóvenes que les lleva a promover la crítica más desenfrenada. Es necesario dar explicaciones desde una serenidad y una objetividad que refleja la paz que ofrece la verdad a aquellos que la han encontrado.

5) Una caridad operativa: quizá sea ésta la clave. Cuando la crítica y la contestación a la misma viene desde el amor, intentando buscar una respuesta de amor, entonces es cuando se está creando una Iglesia auténtica de creyentes auténticos. El amor nos hará comprender el porqué de las críticas y el porqué de las respuestas…

6) La veracidad de la fe: creer en Dios es un dato de fe. Sólo la fe podrá dar explicación de quién y de por qué creemos.