La constancia lleva al triunfo

Conocí a un señor a quien desde joven se le veía por el parque y por las calles del barrio recogiendo latas de refresco o de cerveza. Lo hacía muy temprano, pues luego de esa operación se iba a la universidad donde estudiaba. Recogía también envases de vidrio y cartones. Deduje que él tenía donde vender esos desechos.

Un día descubrí que ya no iba a la universidad en un medio público sino en auto propio. Actualmente ese señor dirige una empresa de construcción; está felizmente casado y es padre de dos niños. En un terreno cercano a su hermosa casa, tiene un amplio patio donde se acumulan, en diferentes contenedores, latas de material comprimidas, objetos de vidrio y cartones de vario tipo. Dispone de varios obreros y, además, contribuye a que la ciudad se mantenga limpia. En cuanto a su empresa constructora, he odio decir que realiza trabajos excelentes.

Reflexión

¿Cuál ha sido el secreto del éxito de este ingeniero? ¡La constancia!

La constancia es una virtud moral que nos mueve a perseverar en el bien que nos hemos propuesto. Para lograr el triunfo es preciso comenzar y continuar lo iniciado, hasta llevarlo a término. Cuanto más arduo sea el objetivo, tanto mayor ha de ser el empeño.

Ciertamente la constancia es una virtud de la voluntad, pero no está desvinculada de la inteligencia y del sentimiento. Las cosas bien pensadas suelen ser bien hechas, y cuando se cumplen con amor, resultan mejores todavía.