KÉNOSIS

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La importancia de la comunicación fetal

Autor: 
Abigail Zambrano Díaz
Fuente: 
La Familia Cristiana (México)
comunicación fetal

Los avances científicos han demostrado que la madre y el feto mantienen una comunicación constante mientras él habita en las entrañas de ella. El feto exige, solicita, recoge, escucha, ve y almacena datos, todos los que pueda. La psicogenética ha determinado muchos puntos comunicacionales que hasta hace tiempo eran desconocidos. A continuación les compartimos dichos procesos comunicacionales fundamentales entre madre y feto:

1. La comunicación sanguínea

El primer proceso comunicacional que se establece entre la madre y el feto, ocurre en el instante mismo de la fecundidad. Cuando el cigoto se aloja en ese terreno abandonado e irrigado que le ofrece la matriz; la sangre de la mujer abre un camino hacia el nuevo ser que rápidamente se “complejifica”.

Así pues, el instante de la fecundación es el primer paso de comunicación entre madre e hijo. Todo ese universo personal de ella puede ser compartido (y eso es comunicar) como jamás podrá hacerlo con ningún otro ser, porque el feto se instala como si fuera otro órgano más de ella.

A propósito, la comunicación que se establece por la sangre lleva ciertos elementos de información. Por ejemplo, la sangre de la madre puede transportar anticuerpos de enfermedades sufridas con anterioridad y de las cuales su organismo ha aprendido a defenderse. Pero también puede llevarle toxinas y basura que ella consume. Es decir, la madre le puede transferir elementos positivos al feto, o bien le puede iniciar en hábitos perjudiciales para la salud: los segmentos del cigarro, la bebida y las drogas.

2. La conexión del sistema nervioso

El segundo proceso de comunicación entre la madre y el feto se establece cuando surge el sistema nervioso del nuevo ser.

Para explicar este fenómeno ponemos el siguiente ejemplo: Una paciente estaba adelantada en su embarazo, y su esposo hacía guardias nocturnas en su trabajo. Ella lo esperaba despierta hasta la una de la madrugada, y luego que él se bañaba cenaban juntos. Por fin, a las dos de la mañana, se iban a la cama. La señora aprovechaba las horas de espera durante la noche para hacer actividades hogareñas. Y en el día descansaba junto a su pareja. Por fin llegó el día esperado. Vino la niña. ¿Y cuál fue la sorpresa? Que los padres se dieron cuenta que la criatura quería dormir de día y entraba en actividad en la noche. Cuando los padres acudieron a un especialista, éste les dijo que de haber pasado un poco más de tiempo en esa situación, la niña se hubiera transformado en una neurótica, porque la tensión y la falta de descanso le podrían haber causado un daño irreparable en el sistema nervioso.

Como se ve, los hábitos de la madre pueden afectar al feto, e incluso enseñarle una rutina de vida. La mujer tiene la capacidad de donarle patrones de conducta al hijo que porta en su vientre, pues todo el organismo responde químicamente a las tenciones y emociones de la madre. Así, el sistema nervioso del niño acumula en su cerebro la información de la madre y sin duda la utilizará a lo largo de su vida en forma consciente e inconsciente.

3. La producción de leche materna

Finalmente, el tercer nivel de comunicación que se da entre la madre y el feto acontece cuando se inicia la producción de leche en los senos de la mujer. Cuando la leche viaja a través de los conductos galactóforos (que transportan leche) hacia los senos, se transmite al feto una serie de informaciones de carácter social y cultural, de manera que el niño a las pocas horas de haber nacido ya tendrá un sinnúmero de conocimientos que le permitirán seleccionar, descartar y exigir cosas (como por ejemplo, el alimento).

Hacia el cuidado de la comunicación

Todo lo antes expuesto lleva a una conclusión: es importante establecer con el feto, desde el primer momento, una comunicación permanente y además intencional.

Los padres, entonces, deben estar convencidos del afecto y el orgullo que significa compartir la creación de un nuevo ser, y además deben llenarse de satisfacción de que su creatura sea fruto del amor mutuo. Sobre todo porque, desde el momento de la gestación se puede informar al feto que hay un mundo lleno de atención, afecto y protección que lo espera allá afuera, de manera que éste tenga confianza y una certeza vivencial de que saldrá a un lugar favorable para su desarrollo.