KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

La solidaridad se educa

Autor: 
Casías
Fuente: 
Kénosis

Nadie nace lleno de conocimientos. Y menos sobre el tema de la solidaridad. Por eso es necesario formarnos y formar en esta virtud social, en esa cualidad sin la cual no podrá forjarse una “civilización del amor”. O, lo que es lo mismo, una nueva sociedad.

Esta es la razón por la que, al hablar de la “necesidad de transformación cultural”, de un cambio en profundidad, liberador y que de verdad ponga en práctica el mandamiento cristiano del amor, nos remitimos a la necesidad del educación en la solidaridad.

 Y es que lo nuevo no viene de modo automático. Supone un compromiso serio y una formación adecuada. No tendremos una sociedad solidaria si no nos educamos “en” y “para” la solidaridad. Es lo mismo que sucede con otros valores como la justicia y la libertad.

Pero este tipo de educación no se trata de algo puramente teórico ni mucho menos de reducirlo al puro mundo libresco. La educación postula principios, criterios y orientaciones básicas, y exige también la práctica y la experiencia.

Hemos de promover, pues, un aprendizaje en gran escala de solidaridad, fomentando iniciativas que asumen lo mejor del humanismo. Porque la solidaridad brota de la verdad y de la conciencia de ser hijos de un mismo Padre. De hecho, la sociedad en cualquiera de sus niveles es escuela y, al mismo tiempo, “taller de solidaridad”. Por ello, si se da una auténtica educación en la solidaridad, progresivamente surgirán realizaciones de las más diversas que den muestra del compartir, del convivir, de la fraternidad, del amor.

¿Y los frutos? Los frutos serán obras de asistencia social, de promoción efectiva, de cambio social. Porque cuando un grupo de personas practica una efectiva solidaridad, se vuelve una “fábrica de ideas” en lo que a compromiso se refiere; y se pone en obra la creatividad y la imaginación a favor de la humanidad en su conjunto.

Nuestro mundo tiene muchas necesidades. Es cierto. Pero entre las más urgentes está la de una educación verdadera y eficaz en materia de solidaridad. Solidaridad que manifieste nuestro deseo de crecer como una sola raza, dispuesta a abrazar con amor la casa que habitamos (el mundo) y a estrechar los brazos con quienes la compartimos.

No olvidemos: no hay cambios en una sociedad si los hombres que la conforman no se disponen al cambio. O sea: no habrá solidaridad si no comenzamos por una sana disposición a construirla.