KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Las bienaventuranzas y el Reino

Autor: 
Padre Rafa
Fuente: 
Kénosos

Este Domingo (17 de febrero 2019), el Evangelio de Lucas (6,17.20-26) nos presenta el relato en que Jesús proclama las bienaventuranzas. Su objetivo es iluminar la vivencia cristiana mediante la exposición del proyecto único de Jesús, es decir: la construcción del Reino de Dios, que consiste en restauración de la dignidad de los hombres y el establecimiento de una comunidad donde todos encuentren plenitud y alegría de vida.

Lucas: el evangelio del gozo

Para una mayor comprensión de dicho Evangelio, es necesario explicitar el tema central del escrito sagrado: para el evangelista Lucas, Jesús es el Salvador mesiánico enviado por Dios Padre con la fuerza del Espíritu. Un salvador cuya misión la realizará con una particular predilección por los pobres, los oprimidos, los enfermos y los económicamente arruinados, a fin de concederles el gozo y la paz en plenitud.

Efectivamente, esta alegría y esta euforia existencial se hacen plausibles en diversos extractos del Evangelio: en el gozo del nacimiento de Juan (Lc 1,14.44.58), en la alegría del Ángel Gabriel al momento de hacer la Anunciación (1,28), en la visita presurosa y servicial de María a su prima Isabel (1,41.44), en el anuncio hecho a los pastores (2,10). También en los pasajes donde los discípulos regresan de su tarea apostólica llenos de gozo (Lc 10,17), o cuando Jesús les adoctrina acerca del verdadero motivo de la alegría del Reino (10,20), o en la narración del encuentro de Jesús con Zaqueo (19,6), etc. Es decir, para Lucas, Jesús es el motivo de gozo en esta vida, y quien lo acoge, experimenta la plenitud de la alegría, incluso en medio de las dificultades de la vida.

¿Cuál es el sentido de las bienaventuranzas?

Con este marco de ideas, se puede desglosar la intención de las bienaventuranzas, las cuales también se pueden analizar por separado. La primera de ellas alcanza un mayor realce, ya que tiene una particular fuerza introductoria y mantiene un estrecho vínculo con el resto.  La traducción de dicha bienaventuranza puede interpretarse como: “dichosos / los pobres de espíritu”, es decir dichosos los que reconocen desde Dios su pobreza. En otras palabras: para encontrar la felicidad es fundamental reconocer la propia realidad humana (que siempre carece de algo, que es débil, y siempre está expuesta a peligros). Ese reconocer y aceptar la pobreza propia constituye la aceptación y el reconocimiento de que Dios es absolutamente necesario en nuestro existir.

Así, la pobreza es la única forma de la salvación. Ser pobre frente a Dios traduce el sentimiento liberador de no tener que ser algo más de lo que se es (y es allí donde cobran sentido el resto de bienaventuranzas), pues, los pobres (los humildes de Dios) son aquellos que no esperan ya nada de los hombres y aguardan todo de Dios; son aquellos que se desviven por aceptar y contagiar una plenitud que les sobrepasa.

Meditar el resto de bienaventuranzas

Con esta clave de lectura, es posible rescatar la riqueza de enseñanza del resto de las bienaventuranzas que nos presenta Lucas. Es una clave de lectura también para la preparación de la celebración del Sacramento de la Reconciliación. Su forma y contenido puede iluminar la vivencia de este sacramento de manera propositiva y no prohibitiva (como en ocasiones se interpretan los 10 Mandamientos).

Ahora bien, veamos de manera sintética el significado de otras bienaventuranzas que cobran sentido en la primera:

En la 2ª y 3ª bienaventuranza Jesús dice. “¡Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Bienaventurados los que ahora lloran porque reirán!” Una parte de las frases está al presente y otra al futuro. Aquello que ahora vivimos y sufrimos no es lo definitivo. Lo definitivo es el Reino que estamos construyendo hoy con la fuerza del Espíritu de Jesús. Construir el Reino trae sufrimiento y persecución, pero una cosa es cierta: el Reino va a llegar y “¡seremos saciados y reiremos!”

Lucas también presenta otra bienaventuranza con profundo significado: “¡Bienaventurados serán cuando los hombres los odien....!” La bienaventuranza se refiere al futuro: “Bienaventurados serán quienes sean rechazados y quienes sufran proscripción de nombre a causa de Cristo. ¡Alégrense porque grande será su recompensa, porque así fueron tratados los profetas!" Con estas palabras de Jesús, Lucas anima a las comunidades de su tiempo, que estaban siendo perseguidas. Les recuerda que el sufrimiento no es estertor de muerte, sino dolor de parto. ¡No es lo que determina el fin sino la fuente de esperanza! A propósito, debemos ser conscientes que la persecución era una señal de que el futuro anunciado por Jesús estaba llegando.

Concluyamos haciendo conciencia que asumir la enseñanza de la primera bienaventuranza, e incorporarla como un itinerario espiritual que oriente nuestra vida humana-cristiana (cuyo núcleo de fe está contenido en el resto de las bienaventuranzas), nos ayudará a ser felices plenamente. Este es un reto de todos y cada uno de nosotros.

 

Evangelio según san Lucas (6,17.20-26):

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. 

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: “Dichosos los pobres, porque suyo es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados. Dichosos los que ahora lloran, porque reirán. Dichosos ustedes, cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten, y proscriban su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían sus padres con los profetas. Pero, ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!, porque tendrán hambre. ¡Ay de los que ahora rien!, porque harán duelo y llorarán. ¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profetas”.

Palabra del Señor.

R. / Gloria a ti, Señor, Jesús.