KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

No creo en el Dios “a la carta”

Autor: 
Luis Bicego
Fuente: 
Diócesis de Río Gallegos

En un programa televisivo un periodista le preguntaba a un sociólogo si era creyente. La respuesta fue que él no creía en el Dios a la carta. Semejante afirmación me hizo pensar y es la causante de estas líneas. 

¿Por qué no creer en el Dios a la carta? La imagen es elocuente: cuando vamos a un restaurante nos traen la “carta” y pedimos para comer lo que más nos gusta. Con Dios muchas veces tenemos la misma actitud: sabemos lo que le tenemos que pedir, cómo y cuándo nos lo tiene que conceder… A Dios lo hemos “domesticado”, y por lo tanto Dios deja de ser libre, deja de ser Dios, deja de ser el Dios sorprendente.  

Tenemos muchos testimonios en la Sagrada Escritura donde Dios se manifiesta libremente. Quisiera recordar un texto paradigmático: “Elías se levantó para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb. Allí se dirigió hacia la cueva y pasó la noche en ese lugar. Y le llegó una palabra de Yahvé: ‘¿Qué haces aquí Elías?’. Él respondió: ‘Ardo de amor celoso por Yahvé, Dios de los Ejércitos, porque los israelitas te han abandonado, han derribado tus altares y han dado muerte a espada a tus profetas. Sólo quedo yo, y me buscan para quitarme la vida’. Entonces se le dijo: ‘Sal fuera y permanece en el monte, esperando a Yahvé; pues Yahvé va a pasar. Vino primero un huracán tan violento que hendía los cerros y quebraba las rocas delante de Yahvé. Pero Yahvé no estaba en el huracán. Después hubo un terremoto, pero Yahvé no estaba en el terremoto. Después brilló un rayo, pero Yahvé no estaba en el rayo. Y después del rayo se sintió el murmullo de una suave brisa. Elías al oírlo se tapó la cara con su manto, salió de la cueva y se paró a su entrada’” (1Re 9,8-13). 

Dios se manifestó a Elías como quiso y de la manera más sencilla, sorprendiendo al mismo profeta, hombre de fe. 

¿Qué nos enseña la experiencia del Pueblo de Dios a lo largo de su historia?

Cuando Dios sacó al Pueblo de Israel de la esclavitud en la que se encontraba en Egipto, hizo una alianza de amor perpetuo con todos los israelitas en un monte llamado Sinaí. Les dijo por medio de Moisés“Si de veras escuchan mi voz y guardan mi alianza, ustedes serán mi propiedad personal y una nación santa”. Todo el pueblo respondió: “Haremos todo cuanto ha dicho Yahvé” (Éx 19,5-8). 

De esta manera, Dios se alió con este pueblo y lo hizo suyo. Le pidió confianza absoluta y que nunca dudara de su amistad. Para sellar esa alianza, Dios le entregó los diez mandamientos con base en esta primera y gran advertencia“Yo, Yahvé, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura, ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de los que hay abajo en la tierra… No te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Éx 20,1-5). 

Constantemente estamos en peligro de construir imágenes falsas de Dios, porque a Dios no lo vemos directamente cara a cara, como sí lo hacemos con hombres y mujeres. Moisés quería ver el rostro de Dios, pero Él le dijo: “Mi rostro no podrás verlo” (Éx 33,18-23). Dios es más grande que nosotros. No existe un lugar en la tierra donde podamos encerrarlo o hacerlo a nuestra medida, ni siquiera en la Ley o en el Templo.         

Nosotros caemos fácilmente en la tentación de querer manejar a Dios. No queremos que nos exija o que nos cuestione. Eso le pasó al pueblo de Israel: muy pronto comenzó a construir imágenes idolátricas y desobedeció a Dios (Éx 32,1-6, el becerro de oro).

Revisemos algunas imágenes falsas que nos hemos construido de Dios:

El Dios que da miedo: ¿Cómo es este dios? Este Dios da miedo porque castiga a todos los que rompen sus mandamientos. La ira de ese Dios es constante, porque sus hijos son incorregibles. Cualquier accidente o problema es visto como un claro y merecido castigo de dios. El mayor gozo de este dios es enviar a los pecadores al fuego eterno.

¿Qué nos pasa al creer en un dios así? Esta imagen falsa deja la impresión de que podemos saber cómo actúa Dios: se sabe que castiga, que lleva cuenta de todos los pecados. Pero, no permite conocer al Dios verdadero. Con ese ídolo es muy difícil conocer que Dios es ante todo misericordia y amor.

¿Por qué seguimos aceptando esa falsa imagen? Porque es más fácil tenerle miedo a ese dios que arriesgar nuestras propias seguridades al amar a nuestro prójimo. Es más tranquilo tratar de calmar y controlar a un dios cumpliendo muchas leyes, que comprometer la vida ayudando a los demás. De esta manera, podemos planear la relación con Dios desde el temor constante, y así evitar los riesgos del Evangelio, como el siervo malo y perezoso de la parábola de los talentos: “Me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento” (Mt 25,25).

El Dios que necesita que lo defiendan: ¿Cómo es este dios? Este dios parece que está enojado con todos los que no creen en él. Por lo mismo, merecen ser arrojados a las llamas del infierno. Este dios es un dios agresivo. 

¿Cómo son los servidores de este dios? Los defensores de este dios se vuelven jueces de aquéllos que no creen en el dios vengativo. Inclusive, determinan el santo castigo que debe caer sobre todos los incrédulos. Solamente esperan la confirmación de ese dios para actuar: “Señor, ¿quieres que digamos que baje el fuego del cielo y los consuma?” (Lc 9,54),

Piensan que a Dios lo debemos defender, pero en el fondo buscan defenderse a ellos mismos: “Nosotros, los que estamos cerca de este dios, somos los que tenemos la verdad, la razón”. Creen que Dios no se manifiesta en todos los pueblos y en todas las culturas, sino sólo se manifiesta a los católicos. Es más, llegan a pensar que ellos son los únicos buenos y justos que existen en la tierra: todos los incrédulos no cuentan; deben ser condenados al fuego eterno. 

El Dios que imponemos como verdadero: ¿Cómo es este dios? Este dios parece que está encerrado dentro de la Iglesia. Su preocupación no es tanto la salvación de sus hijos, sino que sus hijos piensen bien, que se mantengan fieles a la ortodoxia del cristianismo. El que no piensa correctamente es condenado. En el Evangelio encontramos muchos conflictos de Jesús con seguidores de un dios así: los fariseos. Se sienten enviados por Dios y con toda la autoridad y fuerza para condenar a todo el que no piense y actúe como ellos.

¿Cómo son los servidores de este dios? Estas personas obligan a que los demás crean en este dios, y si alguien no cree entonces lo condenan, lo excomulgan. Este comportamiento es muy agresivo y violento. Piensan que la salvación se consigue con una buena ortodoxia. Tratan de encerrar a Dios en unas ideas, poseerlo, pero no se preocupan por los hombres y mujeres de esta tierra. Su fe se basa en la simple teoría, no en la práctica. Les importa más su sistema de pensamiento que el sufrimiento del pueblo. Creen que es posible “comprar a Dios” con muchos sacrificios y largas oraciones y se apartan de la misericordia y la justicia. Jesús denunció esa hipocresía y malicia (Mt 23,1-39). 

El Dios que… Podemos seguir descubriendo imágenes falsas de Dios, pero¿qué nos dice el Evangelio al respecto? “A Dios nadie lo ha visto. Es Jesús quien nos lo ha dado a conocer… El verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y nosotros hemos visto su gloria” (Jn 1,18.14). Es decir, el camino certero para descubrir a conocer a Dios es Jesús. Todo cuanto Él nos manifiesta y habla del Padre y del Espíritu en su persona es justamente lo que constituye la identidad divina. Por ello es imprescindible nuestro acercamiento a su persona y a su palabra… Y aún mas: a Dios se le conoce paulatinamente gracias a que Él ha querido darse a conocer a nosotros con una pedagogía que nunca deja de ser misteriosa. O sea, ¡los caminos del Señor siempre son imprevisibles! ¡Dios es completamente libre y desconcertante! De allí que no es posible crearnos “un Dios a nuestra medida”. Y por eso digo tajantemente: ¡Soy ateo del Dios a la carta!

El autor: Luis Bicego es párroco de General Las Heras (Diócesis de Río Gallegos).