KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

¿Por qué bautizar a los niños y no esperar a que sean adultos?

Autor: 
P. Sergio Román
Fuente: 
Siame.mx

Después de que Jesús resucitó, al subir al cielo, dejó un mandato a sus discípulos: “Bauticen a todas las gentes” (Mt 28, 19) y, desde entonces la Iglesia bautiza a quienes quieren ser discípulos de Jesús y aceptar su salvación. Este sacramento, el primero de ellos, perdona los pecados, comenzando con el original, que consiste en haber nacido lejos de la amistad con Dios por ser hijos de Adán y de Eva; nos hace hijos adoptivos de Dios al unirnos a Cristo, su único Hijo; nos añade a esa familia de los hijos de Dios que es la Iglesia y nos permite recibir de ella los demás medios de salvación. ¿Unos padres católicos le negarían a sus hijos todas estas gracias divinas?

¡Que se bautice cuando sea grande!

Desde hace 500 años eso hacen los hermanos cristianos separados de la Iglesia católica, pero desde hace dos mil años, los católicos acostumbramos bautizar también a los niños porque cuando un papá se convertía, pedía el Bautismo para él y para su familia (Hch. 16, 22-34)

Por derecho natural, los padres trasmiten a sus hijos una nacionalidad, un idioma, una cultura y sus creencias religiosas. ¡Imagínense lo que sucedería si los padres decidieran esperar hasta la mayoría de edad para que sus hijos escogieran libremente lo que por derecho les corresponde!

Los hijos de los católicos llaman a Dios su Padre, con todo derecho, desde que aprenden a balbucear, y crecen en medio de la comunidad cristiana como uno de nosotros.

¿Por qué bautizamos?

Muchos lo hacen por tradición o por ponerle nombre al niño, otro para “tumbarle un cuerno” (el otro se lo tumbarán cuando lo confirmen), otros más para conseguir compadres y hacer fiesta. Estas suelen ser las respuestas y las motivaciones de los papás cuando desean bautizar a sus hijos. Pero qué dice la Iglesia católica de este sacramento.

Jesús instituyó el Bautismo para significar con el agua natural el perdón de nuestros pecados.

El Bautismo realiza en nosotros aquello para lo cual Jesús vino al mundo, predicó su Evangelio, murió y resucitó: la redención del hombre.

El Bautismo perdona el pecado original y los pecados personales cometidos antes de recibir el Sacramento.

El Bautismo nos hermana a Jesús y nos hace hijos adoptivos de Dios y coherederos de la gloria.

El Bautismo nos introduce a la Iglesia, comunidad de los hijos de Dios.

El Bautismo nos da la gracia de Dios que simbolizamos en la vestidura blanca.

El Bautismo nos hace morir a la vida de pecado para resucitar a una nueva vida con Cristo. Esto lo simbolizamos en la vela encendida en el Cirio Pascual.

El Bautismo nos hace miembros de Cristo sacerdote, profeta y rey. Esto lo simbolizamos en la unción con el Santo Crisma.

¿Qué se necesita para bautizar?

Que los papás, o al menos uno, sean católicos. Si los papás no se preocupan por bautizar a sus hijos, los abuelos u otros familiares no pueden hacerlo “a escondidas” de los padres; pero sí pueden hacer labor de convencimiento para que lo hagan.

Requisitos

Por conveniencia del niño, se pide el acta de Registro Civil, tanto para asegurar su pertenencia a la sociedad como para no poner un nombre diferente al del Registro Civil.

La Iglesia pide que los padres y padrinos asistan a un curso de preparación que, gracias a Dios, ya se da en toda nuestra patria.

Si el niño tiene más de seis años debe prepararse como si fuera a hacer su Primera Comunión ya que está en edad de Catecismo.

La Iglesia manda que los niños se bauticen tan pronto como la madre pueda asistir a la ceremonia.

Compromiso de los papás

1. No deben bautizar nada más por costumbre.

2. Al bautizar a los hijos, comprométanse a asistir a Misa todos los domingos y a llevar a sus niños desde chiquitos a reunirse con su comunidad cristiana.

3. Comprométanse también a enviar a sus hijos a la catequesis tan pronto como tengan la edad.

Si han bautizado a su hijo, ¡felicidades!, ¡qué responsabilidad tan grande el tener ahora en su hogar a un hijo de Dios!, enséñenlo a amar a su Padre del cielo y a vivir haciendo su santa voluntad. Tienen ahora en su hogar a un niño que es templo vivo de la Santísima Trinidad. Dios vive en él.