KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Pozo y agua para el corazón

Autor: 
Pedro Moreno
Fuente: 
Cooperador Paulino

Cansados

Frases que andan por ahí (oídas o pronunciadas): “Estoy cansado…”, “estoy cansada…”, “estoy harto de luchar o vivir…”, “¡mis fuerzas no dan para más…!”, “necesito descansar urgentemente…”

Frases y situaciones que hoy queremos iluminar desde la presencia de Jesús, cansado del camino y sentado junto a un pozo. Una escena que nos imaginamos fácilmente. Jesús va de pueblo en pueblo: predica, atiende o cura…  no tiene tiempo ni para descansar.  En su camino, y bajo un sol de justicia, encuentra un pozo. Lugar ideal para el descanso. Los discípulos se han ido a comprar algo para comer.

Comentar el Papa Francisco en una homilía: “El Señor se fatigó y en esa fatiga encuentran espacio tantos cansancios de nuestros pueblos y de nuestra gente, de nuestras comunidades y de todos los que están cansados y agobiados”. Y analizaba algunas de las causas de nuestros cansancios: “Largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar, regresar y estar en familia, las tóxicas condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón, o el peso rutinario de quien no encuentra el gusto, el reconocimiento o el sustento necesario para hacer frente al día a día…”

¡Cuántos cansancios en la vida, Dios mío! ¡Cuántos cansancios! Unos buenos y santos, que vienen del trabajo por el Reino, del trabajo de sol a sol, de la mañana a la tarde y sin parar. Igual que el cansancio del señor. Otros más peligrosos y paralizantes, que nacen de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y la perplejidad de los cambios que estamos viviendo y atravesando. De un tiempo a esta parte,  comentaba también el Papa en la homilía ya evocada: “No son pocas las veces que parece haberse instalado en nuestras comunidades una sutil especie de fatiga, que no tiene nada que ver con la fatiga del Señor. Aquí tenemos que estar atentos. Se trata de una tentación que podríamos llamar el cansancio del esperanza”.

Peligroso cansancio (cansancio de vivir y ante la vida) al que tenemos que prestar toda la atención para su curación y superación. Veamos:

Junto al pozo

En esta hora y circunstancias, cuando cunde el cansancio personal o comunitario, y se deja sentir la fuerza de la fatiga, necesitamos sentarnos urgentemente junto a un “pozo”. Hoy más que nunca se necesitan pozos y brocales para el silencio de la reflexión, para recuperar la ilusión y los horizontes a veces desdibujados, para sanar las heridas del corazón y de la propia vida.

El Señor sentado y descansando nos invita a sentarnos y a descansar. A tomar conciencia de la propia sed y fatiga. Pues igual que fatiga de los caminos de la vida también hay pozos, lugares y situaciones para el reencuentro con uno mismo y la propia situación.  Hay pozos en muchos formatos: en formatos de amistad, monasterios, de buenas lecturas, de sagrarios o paseos junto a un río. Existen muchos formatos y cada uno de nosotros tenemos que buscar el nuestro. Pero hay que buscar el pozo…

Suplicando el agua

El Señor nos invita a pedir agua: “Dame de beber”. Comenta el Papa: “Sabemos, como bien lo sabía la Samaritana, que cargaba desde hacía años los cántaros vacíos de amores fallidos, que no cualquier palabra puede ayudar a recuperar las fuerzas y la profecía en la misión.  Sólo calma el agua del “manantial que brota hasta la vida eterna” (Jn 4,14).

Amigos lectores, el agua que sacia el corazón cansado y agrietado es el agua del amor del Señor que siempre nos busca, siempre nos mira con amor, siempre nos llama por nuestro nombre y siempre nos envía a su misión, a seguir caminando.

El agua que sacia el corazón cansado y agrietado es el agua del Espíritu Santo, alma de toda verdadera vida, que todo lo renueva, todo lo sana y todo lo purifica. El Espíritu que arde y hace arder nuestro corazón para buscar la gloria de Dios y el bien de todos los hombres.

 

Fuente: Revista Cooperador Paulino, n. 183, Editorial San Pablo, Madrid (mayo-agosto) 2019.