KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

“¿Quién es mi prójimo?”

Autor: 
Pedro Langa
Fuente: 
Religión Digital

A esta pregunta responde precisamente el Evangelio de hoy con la parábola del Buen Samaritano, que Jesús pronuncia desde su habitual sabiduría, para indicar que nos corresponde a nosotros mismos hacernos “prójimos” de cualquier menesteroso de ayuda, de esos que uno se encuentra a cada paso por la calle.

El samaritano, en efecto, se hace cargo de la situación de un desconocido a quien los salteadores habían dejado medio muerto en el camino.

Un sacerdote y un levita pasaron de largo, tal vez pensando que al contacto con la sangre, de acuerdo con un precepto ancestral, se podrían contaminar. Así que de pararse a prestar socorro, verdes las han segado: nada de nada y adiós muy buenas que para luego es tarde.

La parábola, por lo tanto, debe inducirnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la de la caridaddar culto a Dios significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso. Todo lo que no sea con esa energía de la caridad es tanto como volver la espaldas diciendo “ya me lo contarás, que ahora tengo prisa”.

El relato del Evangelio de este domingo ofrece el “criterio de medida”, esto es, “la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado casualmente quienquiera que sea” (cfr. Lc 10,31). Junto a esta regla universal, existe otra  específicamente eclesial en la que, por desdicha, tampoco acabamos de reparar, a saber: que “en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad”.

Amar, dice Jesús, es comportarse como el buen samaritano. Sabemos que el buen samaritano por excelencia es Él precisamente, o sea Dios, el cual,  aunque Dios, no dudó en rebajarse hasta hacerse hombre y dar la vida por nosotros. Por tanto, el amor es “el corazón” de la vida cristiana. Sólo el amor, en efecto, suscitado en nosotros por el Espíritu Santo, nos convierte en testigos de Cristo.

La del buen samaritano es parábola de todo punto saludable, poderosa, personal, pastoral y práctica. Saludable, dado que procura infundir salud al malherido. Poderosa, por cuanto nos habla de la fuerza del amor, para “hacer” del completamente extranjero un prójimo nuestro. Personal, porque describe con sencillez el germinar de una relación humana, incluso desde el punto de vista físico: “le venda a otro sus heridas”. Pastoral, ya que rebosa de ese misterio que supone asistir al menesteroso que me interpela. Y práctica, en cuanto que nos impulsa a superar las barreras culturales para ir también nosotros y hacer lo mismo.

 

Evangelio según San Lucas 10,25-37

En aquel tiempo, se presentó un letrado y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba:

–Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Él le dijo:

–¿Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?

El letrado contestó:

–“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”.

Él le dijo:

–Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.

Pero el letrado, queriendo aparecer como justo, preguntó a Jesús: 

–¿Y quién es mi prójimo?

Jesús dijo:

–Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.

Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo:

–Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta. 

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?

El letrado contestó:

–El que practicó la misericordia con él.

Le dijo entonces Jesús:

–Anda, haz tú lo mismo.

Palabra del Señor.

R. / Gloria a ti, Señor Jesús.