San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia (28 de agosto)
“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos” (Agustín de Hipona).
San Agustín de Hipona fue bautizado por San Ambrosio en Milán. En su vida juvenil vivió de manera laxa, pero llegado a la madurez, llegó a vivir una vida ascética, dedicada a Dios y al estudio de las Sagradas Escrituras. Fue elegido después obispo de Hipona en África (hoy en día Argelia), en donde enseñó con magníficos sermones y numerosos escritos, con los que también luchó, con gran valentía, contra los errores de la herejía de su tiempo e iluminó con sabiduría la fe verdadera. Hoy día es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia latina. El texto mejor conocido de entre todas sus obras lleva por título "Confesiones", que ha inspirado a grandes filósofos notables como al mismo Santo Tomás de Aquino.
San Agustín es el santo patrón de los teólogos y filósofos, de las personas que buscan a Dios, de los cerveceros e impresores. Es tambien el santo que asiste de manera especial a aquellos que padecen enfermedades en los ojos y dolores en el pecho.
Biografía de San Agustín
San Agustín nació en Tagaste (Argelia moderna), África. Su padre era un completo pagano que le hizo la vida imposible a su madre Santa Mónica, debido a su carácter agresivo e iracundo, y que luego terminó convirtiéndose en su lecho de muerte por la oración perseverante de ésta, quien era una mujer de mucha fe.
Agustín recibió una educación cristiana y en el año 370. Ingresó a la Universidad de Cartago para estudiar leyes con el fin de convertirse en un abogado.
Renunció a las leyes para dedicarse luego a las actividades literarias y fue abandonando poco a poco su fe cristiana, teniendo una amante (concubina) con quien vivió durante quince años y con quien tuvo un hijo en el año 372, llamado Adeodato, que en latín significa: regalo de Dios.
Después de investigar y experimentar con varias filosofías, se hizo un fiel adepto del maniqueísmo durante varios años; enseñaba la gran lucha entre el bien y el mal, pero tenía un código moral muy flojo y acostumbrado a las pasiones del mundo.
La conversión de San Agustín
En el año 383, San Agustín decidió irse a Cartago, y luego, un año más tarde se trasladó a Milán, donde aceptó el cargo como profesor de retórica. Allí conocería al obispo de la ciudad, San Ambrosio, quien lo recibió con una gran bondad y le enseñó a profundidad el hermoso arte de conocer las Sagradas Escrituras a profundidad.
Poco a poco, mediante la oración insistente de su madre Santa Mónica y el interés inculcado por San Ambrosio, se originó en San Agustín una pasión por conocer y practicar "las bondades del Cielo", es decir, la perfecta vida cristiana.
Su conversión se llevó a cabo a finales del verano de 386, unas semanas antes del comienzo de las vacaciones. La decisión de renunciar a su cargo se hizo más fácil por una molestia que sentía en el pecho que no era de gravedad, pero que desde hacía algunos meses le hacía incapaz de trabajar.
Se retiró con varios compañeros a la finca de Casicíaco cerca de Milán, que le había sido prestada por un amigo, y luego de esto, anunció al obispo que quería bautizarse.
Sus opiniones religiosas aún no tenían mucha forma, e incluso sus malos hábitos no habían sido eliminados completamente de su vida.
Durante este tiempo de profunda meditación interior, Agustín rompió a sí mismo la mala costumbre de jurar en vano, y en muchas formas trató de disciplinar a su carácter y conducta para recibir adecuadamente el rito sagrado.
Recibió el Bautismo a la edad de 33 años, y junto con él también se bautizó su hijo Adeodato y su amigo Alipio, quienes fueron admitidos en la Iglesia.
Santa Mónica, su madre, al fin se regocijó en el cumplimiento de sus oraciones. En el relato de la conversación que tuvo con su madre antes de que ella muriese, (Confesiones. IX. X-xi, 23-28), su potencia literaria de Agustín se muestra en sus niveles más altos. Ella le diría: "No sé lo que me queda por hacer o por qué todavía sigo aquí. Todas mis esperanzas en este mundo han sido cumplidas. Lo único que deseaba era que yo pudiera verte como un católico y un hijo de los Cielos. Dios me concedió incluso más que ésto haciéndote despreciar la felicidad terrenal y consagrándote a su servicio" (Santa Mónica).
San Agustín, pastor de la Iglesia
A la muerte de su madre, Agustín regresó a África, vendió su propiedad, y dio todas las ganancias a los pobres. Fundó, luego, una especie de monasterio en Tagaste.
Fue ordenado sacerdote en el año 390 y se trasladó a Hipona donde estableció una comunidad con varios de sus amigos que lo habían seguido.
Cinco años después fue consagrado obispo adjunto a Valerio, quien era el obispo de Hipona, y a quien Agustín sucedió en el año siguiente.
Agustín se convirtió en la figura dominante en los asuntos de la Iglesia de África y fue el líder en las amargas luchas contra el maniqueísmo, donatismo, pelagianismo y otras herejías de su época
Hasta la fecha suman en su obra más de doscientos tratados y unos trescientos sermones que son de gran importación en la teología y la filosofía. Entre sus trabajos más conocidos figuran: sus "Confesiones", "Ciudad de Dios", "De Trinitate", "De Doctrina Christiana", "Enchiridion" y sus tratados contra los maniqueos y los pelagianos.
San Agustín murió el 28 de agosto de 430 en Hipona (la moderna ciudad de Annaba, en Argelia), donde había sido nombrado obispo.
Fue canonizado por reconocimiento popular y reconocido como Doctor de la Iglesia en el año 1303 por el Papa Bonifacio VIII. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.
También se le conoce como el Doctor de la Gracia, por ser uno de los más grandes Padres y Doctores de la Iglesia. Es, quizás, uno de los más grandes intelectuales, junto a Santo Tomás de Aquino, que ha tenido la Iglesia católica a lo largo de los siglos.
Fuente: Pildorasde Fe | "Biografía de Santos y Beatos"