KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

San José: personalización de Dios Padre

Autor: 
Leonardo Boff
Fuente: 
Web: Leonardo Boff

Una entrevista especial con Leonardo Boff sobre la presencia silenciosa de aquel que se hizo padre de Dios humanado: san José

En la entrevista que sigue, concedida por e-mail a IHU On-Line (enero 2021), Leonardo Boff, teólogo brasileño de fama internacional, recupera la figura de san José histórico e indica en él elementos cruciales para la fe cristiana y para la sociedad en general.

Como se descubre a continuación, el tema que emerge a largo de la entrevista es el de la Trinidad y su relación con la Santa Familia de Nazaret. Incluso, para hacer una síntesis de cuanto se aborda, podemos hacer uso de las palabras de Leonardo Boff: “Mi tesis es que toda la Familia divina (Dios uno y trino) se autocomunicó al mundo asumiendo la estructura de la santa familia de Nazaret. Porque la Familia divina está para siempre en la familia humana que fue asumida por María, por Jesús y por José”.

IHU On-Line – El Papa Francisco convocó el 2021 como un año especial dedicado a San José. ¿Cómo recibió usted esta noticia de que san José puede inspirarnos en tiempos de crisis?

Leonardo Boff – La recibí con sorpresa y alegría. Sorpresa porque el Magisterio habló sólo tardíamente de San José, y con alegría aporque soy devoto de este santo y le dediqué muchos años de investigación en los mejores centros teológicos del mundo, hasta en Rusia y China.

Considero que mi libro San José: la personificación del Padre (Petrópolis: Vozes, 2005) es uno de los mejores y más creativos que he escrito.

Él es el santo de los anónimos, de los trabajadores que hablan con las manos, del silencio activo y de la discreción. No tenemos ninguna palabra suya, solo sueños. Hoy que toda la humanidad está recogida, es una buena ocasión para pensar sobre el sentido de la vida y de nuestra relación con la Tierra. San José es el santo de la familia reunida, como actualmente las familias lo están en sus casas para protegerse de la contaminación de la covid-19.

En este momento de crisis, él nos ofrece algunas virtudes, bien acentuadas por el Papa Francisco, especialmente como “padre de acogida y padre de valentía creativa”, pues muchos están desamparados y con gran abatimiento hasta el punto de derrumbarse. Necesitamos padres que acojan a los desamparados y que promuevan iniciativas en su calle y en su barrio para atender a quienes no pueden defenderse, como ocurrió ejemplarmente en el barrio Paraisópolis de São Paulo y en la favela da Marè de Río de Janeiro.

En la Carta Apostólica “Patris corde – Con corazón de Padre” el Papa describe a San José y anuncia el año de 2021 como un año dedicado a su figura.

IHU On-Line – ¿Qué lectura hace usted de la Carta Apostólica “Patris corde – Con corazón de Padre”, firmada por el Papa que dedica el año 2021 a San José? ¿Qué señales emite Francisco con este documento y esta propuesta?

Leonardo Boff – Con el título “Padre de corazón”, el Papa, de forma nueva y creativa, quiere evitar tantos títulos que la tradición teológica ha dado a San José, no todos muy dignos: padre putativopadre nutriciopadre legalpadre matrimonial y otros. La expresión “Padre de corazón” evita todo eso y muestra que por el corazón y el amor a María y a Jesús él se hizo realmente padre, asumiendo todas las responsabilidades. Los evangelios no lo califican, apenas se refieren con naturalidad a Jesús como “el hijo del carpintero” (Mt 13,54-56); “¿no es el hijo de José, no conocemos a su padre y a su madre?” (Jn,6,41-42)?

La Carta Apostólica Patris corde es un documento relativamente corto, de cuño pastoral y espiritual. Presenta las virtudes de José en número de siete: padre amablepadre de ternurapadre de obedienciapadre de acogidapadre de valentía creativapadre trabajadorpadre en la sombra. Si miramos bien, son virtudes transculturales, que están presentes en las comunidades humanas, aunque cada una de ellas reciba una concreción propia. El Papa comenta cada una de ellas en términos existenciales aplicándolas a las familias de hoy. Vivimos en una sociedad sin padre o con padre ausente. El Papa se da cuenta de la importancia fundamental de la figura del padre en la construcción de la personalidad de los hijos e hijas, especialmente en el respeto al otro y el sentido de los límites.

No existe solamente el regazo cálido de la madre. El padre es responsable del paso hacia el mundo de los otros, donde hay diferencias y conflictos, tienen que respetarse ciertos límites y aprender a convivir pacíficamente. No es una tarea fácil, puede ser hasta antipática, pero es imprescindible para no dejar marcas en sus hijos e hijas para siempre. Esto está entre líneas en la Exhortación Patris corde. En este aspecto no hay mayores novedades teológicas, cosa que aparece mejor en la Redemptoris Custos del 15 de agosto de 1989, una Exhortación Apostólica de Juan Pablo II. En ella hace una afirmación arrojada, en el nº 21, al sustentar que la paternidad humana de San José viene asumida en el misterio de la encarnación, señalando así una cierta dimensión hipostática.

IHU On-Line – ¿Qué es ser un “padre de corazón”? ¿Cuál es la importancia de esa figura en nuestro tiempo?

Leonardo Boff – Vivimos en una sociedad dominada por la inteligencia instrumental analítica con la cual hemos cambiado la faz del planeta, introduciendo profundas modificaciones en la naturaleza y en la sociedad mundial, algunas positivas, como los antibióticos y los medios de comunicación, y otras cuestionables. En la Laudato Si’ se hace una severa crítica de la dictadura de la tecnociencia asentada exclusivamente en la inteligencia intelectual y eficientista. Nos ha traído muchas comodidades humanas, pero ha vuelto las relaciones funcionales y frías. Faltó el corazón. Sabemos que el corazón es sede de la empatía, del sentimiento profundo, de la solidaridad, de la compasión y principalmente del amor, de la espiritualidad y de la ética, en una palabra: de la inteligencia cordial, emocional y sensible.

Esta surgió hace 220 millones de años con la irrupción del cerebro límbico de los mamíferos. Al dar a luz a su cría, la aman, la cuidan y la defienden. La razón intelectual transformada en instrumental-analítica apareció con el cerebro neocortical hace 7-8 millones de años. Es la más reciente pero no la más decisiva para la existencia humana; la necesitamos para ocuparnos de la complejidad de nuestras sociedades, pero no a costa de la empatía, de la gentileza y de la ternura.

Olvidamos que somos mamíferos sensibles y racionales. Ha habido un desencuentro entre las dos inteligencias. La intelectual y analítica reprimió la inteligencia emocional, la más profunda y ancestral en nosotros, pues se alegaba que ella interfería en la mirada objetiva de la ciencia. Hoy sabemos que nunca ha existido una inteligencia fría y absolutamente objetiva. El ser humano está siempre presente con sus sentimientos e intereses. El desafío actual consiste en recuperar la razón sensible y enriquecer la razón intelectual. No basta saber, necesitamos sentir el grito del pobre y el de la Tierra. Este sentimiento, ausente en gran parte de nuestra cultura, unido a la inteligencia intelectual, nos podrá salvar del actual derrumbe de nuestro paradigma científico-técnico. Este no tiene sentimientos ante el dolor humano y el de la naturaleza. O recuperamos la razón cordial y sensible o asistiremos al asalto cada vez más insensible y avasallador de la razón científico-técnica sobre la naturaleza, con el peligro de poner la vida del planeta en un proceso de erosión.

El desafío actual consiste en recuperar la razón sensible y enriquecer la razón intelectual. No basta saber, necesitamos sentir “el grito del pobre y el de la Tierra”. De aquí la importancia de rescatar los derechos del corazón, tan ejemplarmente vividos por el Papa Francisco en sus prácticas con los pobres y con la Madre Tierra, expresadas maravillosamente en sus dos encíclicas ecológicas Laudato Si’ y Fratelli tutti.

IHU On-Line – El Papa Francisco se ha referido muchas veces, especialmente a través de la figura de Nuestra Señora de Guadalupe, a la necesidad de no volvernos una sociedad del ‘desmadre’ [que olvida la memoria de la madre]. ¿Qué significa esto?

Leonardo Boff – Uno de los temas más queridos del Papa es el de la ternura. Ella debe formar parte del comportamiento principal de la pastoral hasta el punto de hablar de la urgencia de una revolución de la ternura. Ya en la Fratelli tutti se dice que “hay lugar para el amor con ternura hacia los más pequeños y más débiles, a los más pobres” (n. 194). La ternura es una relación dulce, suave como la mano que acaricia. Es una derivación del cuidado esencial, el verdadero título de la Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común. Todos los seres humanos somos portadores de cuidado y de ternura. Pero ella adquiere una mayor densidad en las mujeres. Ellas son las que cuidan durante nueve meses la vida que crece dentro de ellas. Y después, el cuidado y la ternura que dan a sus hijos e hijas los hace crecer sin miedos existenciales.

El Papa Francisco vive personalmente este enternecimiento maternal con los pobres y refugiados venidos de África y con los de América Latina que quieren ir a Estados Unidos, y extiende el cuidado a nuestra relación con la naturaleza y a todos los seres considerados como hermanos y hermanas en la gran Casa Común. María vivió este cuidado hacia el hijo que crecía dentro de ella, y durante toda la vida hasta el pie de la cruz. Esto debe ser asumido por los seguidores de su Hijo, que fue educado en este cuidado y que mostró un cuidado especial con los enfermos y empobrecidos. Esta actitud debería ser vivida por la Mater Ecclesiae, fuera de os burocratismos y ritualismos que se ejercen casi mecánicamente sin implicación personal. De aquí la importancia que tributa a María en las actitudes de la Iglesia, a veces demasiado doctrinaria y ritualista.

IHU On-Line – ¿Quién fue San José? ¿Cómo comprender esa figura en su tiempo, un hombre judío que acaba acogiendo a una mujer encinta?

Leonardo Boff – El José de la historia es un artesano, un padre, un esposo y un educador. No sabemos sus orígenes. San Mateo dice que su padre fue Jacob (Mt 1,16). San Lucas refiere que fue Elí (Lc 3,23). Es decir, no lo sabemos exactamente, ni cómo fue su fin. Solo sabemos que no viene del mundo de las letras (escribas), ni de las leyes (fariseos), ni de la burocracia estatal (cobradores de impuestos y los saduceos), ni de la clase sacerdotal y levítica. Es un interiorano, morador de un pueblo desconocido, Nazaret. Llamar a alguien nazareno, como a José y después a Jesús, equivalía a llamarlo “donnadie y pobretón”, como aparece en el evangelio de San Juan, que algunos renombrados exégetas sustentan que es la interpretación correcta.

Su profesión, en griego es tékton, nombre genérico para alguien que trabaja la madera, un carpintero multifuncional, pues construía casas, tejados, yugos, muebles, ruedas, estantes, carros de bueyes. Sabía también trabajar con piedras, construyendo muros y sepulturas, y manejaba el hierro para hacer azadas, palas, clavos y rejas. Jesús fue iniciado en la profesión del padre, pues le llaman “el hijo del carpintero” (Mt 13,55). Nadie vivía solo de una profesión. Casi todos trabajaban en el campo, cultivando frutas y legumbres, en una tierra considerada todavía hoy como una de las más fértiles del mundo. También cuidaba del pastoreo de cabras, de ovejas y de ganado. Todo esto está implícito en la profesión de Jesús como tékton, un factotum.

San José, además, fue un padre valiente. Son muchas las ocasiones en que nos hemos referido a José como padre y como esposo. Pero también hemos de reconocer que fue una persona valiente que acogió a una joven encinta y la llevó a su casa, Dios sabrá los comentarios en el pequeño pueblo donde todos saben todo de todos. No lo hizo sin preocupación. Se dice que era un “hombre justo” (Mt 1,19a). El sentido no es el mismo que le damos nosotros, como aquel que da valor exacto a las personas y a las cosas y que actúa correctamente. Bíblicamente el justo es también esto, pero principalmente es una persona piadosa, que vive el orden del amor a Dios, a las tradiciones del pueblo y frecuenta la sinagoga semanalmente. Quien vive así se transforma, bíblicamente, en un justo, es decir, en una persona que irradia socialmente y por su ejemplo puede volverse un líder espiritual.

Esta atmósfera hizo de él un educador, especialmente del niño que crecía en sabiduría y gracia. Lo inició en las tradiciones y fiestas del pueblo, como hace todo padre en cualquier lugar. Si Jesús en la vida pública predica el amor incondicional y llama a Dios “Abbá” (papá), fue en la carpintería de José y junto con María donde experimentó esta intimidad. Jesús vio esa actitud en su padre y la asumió como experiencia típica suya. 

IHU On-Line – ¿Por qué en los Evangelios y demás libros del Segundo Testamento no se oye la voz de José? ¿Cómo podemos interpretar el silencio de José?

Leonardo Boff – El silencio de José no es el mutismo de alguien que no tiene nada que decir. Es un trabajador que habla con las manos y con el ejemplo (por eso se le llama “justo”). No es el absentismo de un alienado que no capta lo que está pasando con él. Él sabe, como esposo, padre y educador cuál es la misión que tiene que cumplir. Está siempre presente cuando su presencia es necesaria: en el embarazo, en el parto, al escoger el nombre del bebé, en la hora del bautismo judaico (circuncisión), en la huida a Egipto, en buscar un lugar donde vivir (Nazaret), en la iniciación de Jesús en las tradiciones religiosas de su pueblo, yendo al templo en búsqueda de su hijo cuando apenas tenía 12 años, etc. Estas acciones se expresan más por gestos que por palabras. Paul Claudel, que amaba mucho a San José debido a su silencio, escribía en 1934 a un amigo: “El silencio es el padre de la Palabra. Ahí en Nazaret hay solo tres personas muy pobres que simplemente se aman. Ellos van a cambiar el rostro de la Tierra”.

El silencio de José representa nuestra cotidianidad. Gran parte de nuestra vida sucede en el seno de la familia y en el trabajo. Lógicamente hay demasiadas palabras. Pero cuando tenemos que oír al otro guardamos silencio. Cuando trabajamos no conversamos ni discutimos. El trabajo sólo se hace bien cuando nos concentramos, silenciosamente. Tenemos también nuestro mundo interior, nuestros sueños, nuestras preguntas y preocupaciones. Guardando silencio vemos mejor, escuchamos lo que nos dice el corazón y nacen visiones que dan sentido a la vida y nos alimentan la esperanza. No fue diferente con el padre y trabajador José.

Y aquí me gustaría subrayar algo interesante. Me refiero a los “sueños de José”. Es un aspecto que a la teología le corresponde investigar. ¿Por qué digo esto? Inicio en con la dimensión trinitaria: el Padre eterno es el misterio absoluto para el cual no hay palabras. Él no habla. Quien habla es el Hijo. Pero como dijo Jesús, su Padre trabaja y él también. Esto tiene una relación directa con aquello que aconteció en San José. Pues lo inefable se expresa por lo más profundo que existe en nosotros que es, según psicólogos como C. G. Jung, el inconsciente universal. O sea, la forma preferida de Dios para comunicarse (con su Hijo Jesús y, por supuesto, también con San José y con nosotros) es a través de los sueños y de los Grandes Sueños. José de Nazaret los tuvo. Y tanto así que llegó a constituirse en morada del misterio, siendo Padre del Hijo en la fuerza del Espíritu.

San José no habla porque es el portador de este misterio abisal en el cual el Padre habita. José se hace la persona que representa: por su silencio trasparenta el misterio del Padre. En otras palabras, él acaba siendo la sombra del Padre, la propia personificación terrestre del Padre celeste. Este es el sentido secreto del silencio de José, adecuado al misterio que pide silencio reverente porque ninguna palabra lo podrá expresar.  

IHU On-Line – ¿Quiere usted decir que José es la personificación del Padre?

Leonardo Boff – La tesis central de mi libro es que Dios se autocomunica así como es. Si es Trinidad de Personas que están eternamente juntas y actúan juntas según su singularidad personal, así se autocomunican al mundo. Sostengo que la primera Persona divina en venir a este mundo fue el Espíritu Santo. San Lucas 1,35 dice claramente que el Espíritu vino sobre María y armó su tienda sobre ella (episkiásei), esto significa que comenzó a morar definitivamente en ella.

Por detrás está el verbo skené que significa tienda, morada. Es la misma palabra que usa San Juan para la encarnación del Verbo, del Hijo (eskénosen). Aplicando el concepto a la venida del Espíritu Santo sobre María equivale a decir que la asumió y la elevó a su altura divina. Por eso, consecuentemente dice: “por causa de esto (dià óti) el Santo engendrado será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,35).

Solamente quien fue hecha divina podrá engendrar al Divino. Fue lo que ocurrió con María. Si ella no hubiese dicho “fiat”, hágase, el Hijo no habría sido concebido y nacido de María. Esa parte divina de María es raramente asumida por las mujeres que siguen siendo rehenes de la cristología, de Cristo, olvidando que sin María no habría Cristo. De la encarnación del Hijo no hay duda, pues se transformó en doctrina dogmática en todas las iglesias cristianas. Y San José, ¿quedó fuera? Mi tesis es que toda la Familia divina se autocomunicó al mundo. El Padre, misterio absoluto que guarda un eterno silencio (quien habla es el Verbo), encontró la persona adecuada que podía acoger su presencia entre nosotros en San José, el hombre del silencio y del trabajo. San José, según esta comprensión, es la personificación terrestre del Padre celestial. De allí que tengamos un equilibrio perfecto porque Dios-Trinidad se autocomunicó totalmente a nosotros: a María por el Espíritu Santo, a Jesús por el Hijo (el Verbo), y a San José por el Padre. Dios es así, comunión de Personas que eternamente están juntas (pericoresis) en amor mutuo y en mutua entrega de uno a otro.

Así se cierra el círculo: la Familia divina está para siempre en la familia humana que ha sido asumida por María, por Jesús y por José. Pertenecemos eternamente al Reino de la Trinidad, hechos Dios por participación, correspondiendo a cada una de las divinas Personas en su singularidad. Quiero aclarar que esto no es todavía doctrina, es un teologúmeno, es decir, una reflexión teológica bien fundada que un día podrá ser asumida por toda la comunidad cristiana.

IHU On-Line – Una de las escenas más conmovedoras de la natividad es el viaje de José y María a Belén. ¿Cómo interpreta usted este pasaje? ¿Cuáles son las preguntas de fondo existentes allí que normalmente son borradas?

Leonardo Boff – Ese viaje de Nazaret hasta Belén debe ser correctamente interpretado. El emperador Cesar Augusto decretó realizar un censo. La finalidad no era saber cuántos habitantes había en el imperio, sino la de establecer un impuesto por cada persona. Este impuesto anual era para mantener la infraestructura de sacrificios al emperador, que se presentaba como Dios. Los judíos no podían aceptar semejante blasfemia, pues implicaba reconocer un Dios que no era el único verdadero, Yahvé.

Por eso hubo muchas revueltas y la última, en el año 67, significó la total destrucción del pueblo y del templo. Los que quedaron fueron llevados como esclavos fuera de Judea y obligados a construir el canal de Corinto, existente hasta hoy, que une el Adriático con el Mediterráneo.

José y María tuvieron que someterse a ese edicto. Como no había lugar en las hospederías de la región, no les quedó otra alternativa que refugiarse en una pesebrera de animales. Allí nació Jesús, fuera de la comunidad humana y entre los animales. Aquel que vino de la oscuridad fue el primero en ver “la Luz verdadera que ilumina a cada persona que viene a este mundo” (Jn 1,9).

IHU On-Line – Otra escena inolvidable es la huida de José y María a Egipto, ya con el niño Jesús. ¿Podría explicarnos este otro momento y lo que él revela sobre el entendimiento de José acerca del poder político, especialmente de Herodes?

Leonardo Boff – Herodes era un rey sanguinario y temeroso de perder el trono. Sabiendo que había nacido un niño de la descendencia David, eventual sucesor del trono, mandó matar a todos los niños menores de dos años para asegurarse así de no tener pretendientes. El genocida así lo hizo. Y las Escrituras traen una de las más conmovedoras expresiones de las madres que perdieron a sus hijos: “En Ramá se oyó una voz, mucho llanto y muchos sollozos: es la madre que llora a sus hijos muertos y no quiere ser consolada porque los perdió para siempre”(cfr. Mt 2,28).

Cuántas madres hoy en la Baixada Fluminense lloran a sus hijos inocentes muertos por la policía cuando estaban jugando o simplemente conversando en la puerta de casa. Sabiendo cuan sanguinario era Herodes, José tomó a María y a Jesús, atravesó el desierto, con todos los peligros que los evangelios apócrifos relatan, y llegó con ellos a Egipto, país odiado por los judíos por el tiempo de esclavitud que sufrieron allí. Solamente cuando se certificó que Herodes había muerto, volvió y fue a esconderse en un pueblo desconocido al norte, en Nazaret, para estar allí finalmente seguros.

IHU On-Line – ¿Qué narrativa se hace de San José hasta el decreto Quemadmodum Deus, firmado el 8 de diciembre de 1870 por Pío IX, en el que se declara a José Esposo de María y Patrono de la Iglesia Católica? ¿Qué cambia en la historia contada sobre José después de ese decreto?

Leonardo Boff – De modo general San José nunca tuvo centralidad en la Iglesia latina. Casi todo se concentraba en Jesús y en María. Solo en el siglo VIII se empezó cierto culto a San José. A partir de los años 800 aparecen los primeros sermones, pues la Iglesia no sabía qué hacer con alguien que no había dicho ni una palabra y había tenido solamente sueños. Sólo en 1870 fue proclamado patrono de la Iglesia Universal, no por el Papa Pío IX, sino por un decreto de la Congregación de Ritos.

Pío XII proclamó el día primero de mayo como día de San José, obrero. Pero fue el Papa Juan XXIII quien introdujo su nombre en el canon de la misa, “San José, Esposo de María”. El verdadero culto a San José, bien como trabajador o como patrono de la buena muerte, fue durante siglos venerado por el pueblo, que conocía los apócrifos, llenos de detalles de la vida cotidiana de Jesús, que inspiró a los artistas renacentistas y hasta la actualidad, como entre otros ‘La historia de José, el carpintero’ y ‘Diálogos de Jesús, María y José’. Son conmovedoras las palabras de Jesús, en La historia de José, el carpintero: “Viendo que expiraba me eché sobre el cuerpo de mi padre José, cerré sus ojos, cerré su boca y me levanté para contemplarlo”. Más tarde confió a los Apóstoles “cuando iban a sepultarlo, no me pude contener, me lancé sobre su cuerpo y lloré largamente”.

San José, a causa de la devoción popular ‒es el patrono del Estado de Ceará– da nombre a personas, calles, edificios, escuelas, y a varias congregaciones religiosas, especialmente la de los Josefinos, que llevan su nombre por el mundo. Entre tanto, uno de los mayores conocedores de Josefología, los estudios sobre San José, comenta: “la Santa Sede fue la última en ser conquistada para la devoción a San José” (Roland Gauthier). Con la Exhortación Apostólica Patris corde del Papa Francisco se ha dado un paso más en la consolidación de la devoción a aquel que, según mi comprensión, es la personalización del Padre celestial.

IHU On-Line – San José también es una de las figuras más presentes en la piedad popular. ¿Cómo analiza usted esa devoción, especialmente en el Ceará y el Nordeste brasilero?

Leonardo Boff – En la Iglesia oficial los papas, obispos y curas son quienes tienen la palabra y poseen visibilidad. San José, oficialmente, es casi invisible. Pero existe un poderoso cristianismo popular, cotidiano y anónimo del cual pocos toman nota. En él vive la gran mayoría de los cristianos, nuestros padres, abuelos y parientes que toman en serio el Evangelio y el seguimiento de Jesús. San José por su anonimato y silencio se inserta dentro de ese mundo pequeño que es el de las grandes mayorías.

Más que patrono de la Iglesia universal es el patrono de la Iglesia doméstica, de los hermanos y hermanas menores de Jesús. Él es un representante de la “gente buena”, de la “gente humilde”, sepultados en su día a día gris, que se ganan la vida con mucho trabajo y sudor, y llevan a sus familias por los caminos de la honradez, de la solidaridad y del amor. Se orientan más por el sentimiento profundo de Dios que por doctrinas teológicas sobre Dios. Para ellos, como para José, Dios no es un problema, sino una luz poderosa para los problemas.

En un ambiente así, popular, fue donde creció y se educó Jesús. Y el pueblo inconscientemente en su fe intuitiva captó esa singularidad, la de que no habla, pero acompaña siempre a los fieles en sus dificultades y en sus fiestas.

IHU On-Line – ¿Qué mensaje puede usted darnos para enfrentar el 2021 con coraje y alegría y para que, incluso ante las adversidades, alimentemos la esperanza de un tiempo nuevo?

Leonardo Boff – Vivimos tiempos sombríos como aquellos que vivió San José. Él nunca abandonó a María y se quedó junto a su hijo hasta que él comenzó su misión liberadora. Cumplió su misión y desapareció, pues hizo todo lo que tenía que hacer como padre, esposo, trabajador y educador. Él puede acompañarnos en estos tiempos de abatimiento y dolor de tantos miles de personas, millones en el mundo, que han perdido a sus seres queridos.

Su hijo no murió en la cama, sino con dolores terribles en lo alto de una cruz. Pero resucitó para decirnos: la muerte no tiene la última palabra. Los que mueren me seguirán en mi resurrección. Yo soy solo el primero entre muchos hermanos y hermanas. La vida no está hecha para terminar en la muerte, menos de forma tan triste como ahora, sino para transformarse a través de la muerte en una vida nueva en Dios, que recibe a todos como Padre materno o Madre paterna para vivir felices con todos los que nos antecedieron, abuelos, padres, hermanos, parientes y amigos. La vida siempre escribe la última página.

Y una palabra final: he asumido intencionadamente el mandato que Jesús dejó a los Apóstoles: “Cuando sean revestidos de mi fuerza y reciban el Espíritu de mi Padre, el Espíritu Paráclito, y cuando prediquen el Evangelio, prediquen también sobre mi querido padre José” (La historia de José, el carpintero, capítulo 30, nº 3).

El Papa Francisco con su Exhortación Patris corde y yo hemos hecho nuestra parte. Que los cristianos, hombres y mujeres, hagan también la suya.

Acerca del autor: Leonardo Boff es doctor en Teología por la Universidad de Munich, en Alemania. Fue profesor de teología sistemática y ecuménica con los Franciscanos en Petrópolis y después profesor de ética, filosofía de la religión y ecología filosófica en la Universidad del Estado de Río de Janeiro y profesor visitante en varias universidades extranjeras. Es autor de una veintena de libros de fama internacional. Su más reciente obra lleva por título: Covid-19: la Madre Tierra contraataca a la humanidad (Petrópolis: Vozes, 2020).

Traducción del portugués: Mª José Gavito Milano.

Fuente: leonardoboff.org