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El Papa a los jóvenes: “¡Sueñen en grande!”

Autor: 
Rafael Espino
Fuente: 
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Más de 70,000 jóvenes italianos se reunieron con el Papa Francisco en el Circo Máximo (Roma), la tarde del sábado 11 de agosto, en el contexto preparativo del “Sínodo de los Obispos” (con el lema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional») a efectuarse el próximo mes de octubre.

El entusiasmo y la cercanía que la juventud italiana mostró al Santo Padre se vieron reflejadas en la entrega sorpresiva que le hicieron de un báculo elaborado con madera, símbolo del binomio “discípulo-Pastor” que refleja la relación de las nuevas generaciones católicas en relación al Papa.

El coloquio con Francisco, además de estar acompañado de actividades de entretenimiento y alabanzas a Dios, destacó por las intervenciones que varios jóvenes hicieron frente al Sumo Pontífice. Tres de ellos preguntaron al Papa sobre las varias cuestiones que anidan en los corazones lozanos: a) los “sueños”, b) las dificultades de formar una familia, y c) sobre por qué Dios permite el sufrimiento de gente inocente.

Las respuestas del Papa Francisco vienen desarrolladas a continuación:

“¡Sueñen en grande!”

¿Por qué es necesario soñar?

"Porque nuestra vida depende de los sueños. ¡Un joven que no sueña es un joven paralizado!... Un joven sin sueños es un joven anestesiado que no podrá entender la vida.

En el corazón de cada joven anidan estrellas brillantes. Dichas estrellas, dichas luces, son los sueños. Por eso, en cada joven, los sueños son una responsabilidad y un tesoro.

Además, no basta con tener sueños. Cada uno de nosotros está llamado a transformar los sueños en la realidad, y para esto hay que ser valientes.

Es triste ver a los jóvenes en el sillón –sin sueños– viendo cómo pasa la vida delante de ellos. Lo he dicho otras veces: Un joven sin sueños se jubila a los 20-21 años, es alguien a quien le cae la tristeza…

Recuérdenlo siempre: los sueños generan nueva vida. ¡No se dejen robar sus sueños… Arriésguense, sueñen, vayan siempre adelante!”

“¡Busquen el amor verdadero!”

A la segunda pregunta, Francisco dijo:

“La libertad de cada uno es un don grande que no admite medias medidas, pero como todo don va acogido, y lo recibimos en la medida en la que abrimos la mente, el corazón y la vida.

No es peligroso hablar a los jóvenes del amor, porque ellos saben cuándo existe el verdadero amor y cuándo es un amor maquillado. ¡Los jóvenes no son tontos! Reconocen que el amor no es una profesión, es la vida misma, y hay que vivirlo siempre… Cada joven debe aprender a discernir cuándo hay amor verdadero, y cuándo es sólo un simple entusiasmo.

En la vida de pareja, en nuestra sociedad actual, suele cobrar fuerza el enemigo más grande del amor: la doble vida, la infidelidad.

Por eso, los jóvenes deben saber que, en la vida de pareja, en la vida de amor, no se tolera las medias tintas; o se da todo o nada. Porque el amor debe ser sincero, valiente… Como se dice en Argentina: en el amor se debe meter toda la carne en el asador, no sólo una pequeña parte.

La vida de pareja, la vida en el amor, es la imagen y semejanza de Dios. Por eso,  la tarea del hombre es hacer más mujer a la novia o a la esposa, y el de la mujer es hacer más hombre al marido o al novio”.

“¡No todos los ‘porqués’ tienen respuesta!”

A la tercera pregunta, sobre los sufrimientos de los inocentes, el Santo Padre expresó lo siguiente:

“No todos los ‘porqués’ tienen respuesta. ¿Por qué sufren los niños? No tenemos la respuesta. Si buscamos, sólo encontraremos algo mirando a Cristo crucificado y su Madre allí. En Él encontraremos un camino para sentir en el corazón alguna respuesta.

Además, si nosotros cristianos no aprendemos a escuchar los sufrimientos, los problemas de los demás, no seremos nunca capaces de dar una respuesta positiva, y muchas veces estas respuestas no pueden darse con palabras, sino arriesgándose uno mismo con el testimonio. Dado que, donde no hay testimonio no se muestra el Espíritu Santo.

El Pontífice, a manera de conclusión en su discurso para dar respuesta a las inquietudes espirituales, así como a los problemas y desafíos a los que se enfrenta la juventud en la actualidad, advirtió lo siguiente: “sin testimonio la Iglesia no es fuego, sino puro y simple humo”.