KÉNOSIS

Portal del Padre Rafa

Necesito de toda la misericordia de Dios

Autor: 
Fernando Torre, msps.
Fuente: 
LFC - MX

«¡Dios tenga misericordia de mí! encomiéndame mucho a Él, que no sabes cuánto, cuánto lo necesito, no te imaginas mis grandes necesidades» , le dice Concepción Cabrera a su hija Religiosa de la Cruz. Todos necesitamos de la misericordia de Dios: somos criaturas limitadas y mortales, personas frágiles y contradictorias; hemos «pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión».

En vez de negarlos o camuflarlos, reconozcamos nuestros pecados, miserias, incoherencias, fallas, errores… Reconozcámoslos, sí, pero sin agredirnos ni deprimirnos, sino con una actitud misericordiosa hacia nosotros mismos, que nos hace reírnos un poco de nuestra pequeñez y tontera y nos lanza a acoger la misericordia que Dios nos ofrece.

Sólo el soberbio, por su ceguera y arrogancia, cree no necesitar de la misericordia de Dios. Esto lo priva de gozar del cálido abrazo del Padre que corre a nuestro encuentro, en cuanto damos el menor signo de querer recibir su misericordia (Lc 15,20).

«Dios es amor» (1Jn 4,8); Dios es amistad y misericordia. Amistad, en lo que se refiere a las relaciones al interior de la Trinidad; misericordia, en lo que se refiere a la creación, en especial al ser humano. Creamos que nuestro Dios es misericordia; creamos que «se complace en ser misericordioso» (Miq 7,18).

Si estamos enfermos y Dios es médico y medicina, si somos miserables y Dios es misericordia, lo lógico es que acudamos anhelantes a Dios y aprovechemos el caudal de ternura y perdón que brota de su corazón y sus entrañas.

Y, como decimos en el “Yo confieso”, pidamos a otros que intercedan por nosotros ante Dios. Le dice Concepción a Teresa de María: «No me olvides en tus oraciones, que soy muy pobre y necesito de toda la misericordia de Dios para que perdone mis yerros» .