KÉNOSIS

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San José, el hombre justo

Autor: 
Faustino Hdez. Estévez
Fuente: 
Vida Pastoral - Mx

Las redes sociales y la cultura actual de la comunicación nos presentan ciertos criterios que posicionan al ser humano, lo califican como lo más influyente o importante del momento, lo más admirable, lo más inteligente y otras tantas cualidades identificadas con superlativos; el más capaz de esto, el más apto para lo otro, etc. San José no estaría en esta lista, pues él era una persona cuyo título, en nuestro tiempo, sonaría un poco raro. Ser una persona justa o buena no es muy laudable para los parámetros actuales; sin embargo, qué falta hacen en nuestra sociedad personas justas, prudentes y sabias, que construyan una sociedad más justa y humana, dispuestas a llevar adelante el proyecto de Dios en favor de la humanidad. 

La persona de José la encontramos mencionada en algunos pasajes de los evangelios, por ejemplo, en el Evangelio de Lucas que resalta y narra el nacimiento de Jesús desde la perspectiva de la Virgen María, su madre. Es ella la que habla, comprende y actúa; José realiza aquello que se le pide, diríamos que tiene un papel más pasivo y contrasta con la figura de María. Esto no es ninguna sorpresa para el lector, pues es propio del estilo de Lucas resaltar la figura de María y tiene como propósito ser una buena noticia para las mujeres.

Por su parte el Evangelio de Mateo nos presenta otra escena sobre el nacimiento de Jesús. En ella nos ayuda a profundizar sobre esta virtud que se atribuye a san José. El Evangelio de Mateo da un protagonismo particular a José, lo identifica como un hombre justo. Éste será el título que identifica a José en este Evangelio y quizá el mismo término ha sido aplicado a otros personajes que están relacionados con el tema de la justicia. 

Nos acercamos a José como un hombre justo a partir del texto del Evangelio de Mateo, en donde es identificado como tal, tanto es así que este título ha llegado hasta nuestros días. 

El texto del Evangelio de Mateo: 1,19-21

El Evangelio de Mateo nos presenta a José como descendiente de David y padre legal de Jesús,  además lo identifica como hombre “justo”. Es interesante que no le otorgue otro título como pudo haber sido sabio, rico o noble. Para comprender el significado, es importante conocer el contexto de este anuncio y lo que representaba para la comunidad que leyó el Evangelio en su tiempo (80-90 d. C). Veámoslo:

Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era hombre justo, quiso actuar discretamente para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ´José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados´.

Este texto está ubicado en lo que podría llamarse los orígenes de Jesús Mesías, pero también se conoce como la genealogía o la infancia de Jesús. La narración de sus antepasados enuncia diversos nombres de mujeres y hombres del pueblo de Israel y algún otro extranjero. La genealogía, además de identificar la procedencia de Jesús, pretende señalar que José está entre los descendientes de David (Cfr. Mt 1, 16) y se confirma como Hijo de David o de la casa y familia de David (Mt 1, 20. 27), con esto se concluye que la condición mesiánica de Jesús llega a través de José; así Jesús es hijo de David porque lo es de José. Con todo esto se afirma que Jesús es descendiente de David y, por lo tanto, tiene derechos de herencia y de esperanza mesiánica (Cfr. Mt 1, 16).

En el texto donde se habla de los antepasados de Jesús hay una ruptura y a la vez continuidad con la genealogía de los ascendientes. Mientras tanto se repite constantemente el verbo griego egénnesen (engendró) hasta llegar a Jacob, que es antepasado de José, esposo de la Virgen María (Cfr. Mt 1, 16), después de esto no se habla de que José engendró a Jesús, sólo se le identifica como esposo de la Virgen María, de la cual nació Jesús. En el mismo capítulo y en los versículos siguientes se dará la explicación de cómo fue el nacimiento de Jesús y por qué José no lo engendró (Cfr. Mt 1, 18).

En cuanto al contexto inmediato del pasaje, se habla de que María estaba desposada con José (Cfr. Mt 1, 18). Es importante tener en cuenta que en el matrimonio judío hay dos momentos significativos: el desposorio y las nupcias. El desposorio implicaba un contrato legal de mutuo compromiso entre las familias y los candidatos al matrimonio, al grado de que una infidelidad se consideraba adulterio, y cuando fallecía el hombre o la mujer se daba la viudez. En el desposorio la esposa seguía viviendo en la casa del padre bajo la patria potestas. Por eso no es extraño que “entre los esponsales y el matrimonio pasaba un tiempo más o menos largo, durante el cual cada una de las partes podía desdecirse, aunque aceptando una penalidad”.  En el matrimonio, en cambio, se daba la convivencia y consagración del mismo, y por lo general la prometida era recibida en la casa de la familia del esposo, aunque había sus excepciones.

Con estos antecedentes, que nos ayudan a contextualizar la figura de José, podremos entonces ahora conocer a grandes rasgos lo que significa identificarlo como hombre justo. 

¿Qué quiere decir que José es un hombre justo?

El término hebreo tsedeq, que significa “derecho, justicia”, tiene relación con un amplio campo semántico, que implica los vocablos: justicia, lealtad, integridad, fidelidad. El término no se reduce sólo a cuestiones legales, jurídicas o morales que regulan las relaciones humanas a nivel personal o comunitario, sino que también tiene nexo en la relación entre Dios y su pueblo verificado en la Alianza. Aunado a esto existe otro término significativo que pertenece al campo semántico de tsedeq, que es mishpat, el cual implica: juicio, rectitud, sentencia. En relación con el derecho, el amor y la compasión no se comprende la justicia en el orden religioso sin amor y sin misericordia; justicia y misericordia están estrechamente relacionadas con la obra de Dios (Cfr. Sal 25,10). Cuando el término se aplica a la relación con Dios, implica la lealtad del rey o sacerdote para con Dios. 

Si aceptáramos una línea de interpretación legalista acerca de las acciones y decisiones de José, que obedece a las leyes del pueblo judío, entonces estaría obligado a repudiar a María porque ella concibió antes de que vivieran juntos. José, al pertenecer al pueblo judío y conocer la ley, las tradiciones y las costumbres de su tiempo, estaba amparado y era digno de su honor firmar un acta de repudio; él sabe que tiene el derecho y el deber de denunciar a María, su prometida, por infidelidad o adulterio. Por lo tanto, podría difamarla o denunciarla como establecía la ley, sin embargo, una interpretación en esta dirección sería reduccionista y demasiado patriarcal. 

Ahora bien, otra línea de interpretación está relacionada con la que regula la relación con Dios; sólo así veremos la importancia que tiene el hecho de que Mateo le conceda a José el adjetivo y la virtud de hombre justo. Como hemos dicho anteriormente, el término griego díkaios (justo) tiene su referente en el hebreo sâddiq, en este sentido al aplicarse a José bien podría referirse a su congruencia delante de Dios, como se dice de otros personajes por su relación con Dios (Cfr. Lc 1, 6), y en su forma de proceder con los demás, por eso el calificativo de “justo”, por su forma de actuar frente a Dios y a las personas. Él, como hombre justo, discierne y actúa en ese momento preciso de su vida, y lo hace de forma justa y asertiva; está atento interiormente a Dios, comprende que Jesús es un don que no le corresponde, no tiene mérito, según él, pero quiere dejar a María en secreto, para evitar exponerla a un rechazo público (Cfr. Dt 22, 21-23), como correspondería a una persona que comete faltas en esta línea.  José, como varón justo, vive las indicaciones de la ley desde el interior, pues no es una ley impuesta desde el exterior, actúa de acuerdo con la voluntad de Dios que se le revela, que camina y se dispone para la nueva intervención del Señor. Él es testigo de la compenetración de la Antigua y la Nueva Alianza que convergen entre sí para construir una sola historia de Dios con los hombres.  

El tema de la justicia en Mateo adquiere un relieve importante, tiene relación con la actuación de la voluntad del Padre y viene expresada muy bien en el llamado Sermón de la Montaña (Cfr. Mt 5). Cumplir la voluntad del Padre no consiste en la fría ejecución y observancia de la ley, ni en el cumplimiento de los ritos vacíos o en la hipocresía del falso respeto al prójimo, sino en amar a Dios y al prójimo hasta las últimas consecuencias, sabiendo que Él está siempre con ellos hasta el fin del mundo. 

José vive y ejerce una nueva forma de actuar en la justicia que va más allá del mero legalismo y cumplimiento al pie de la letra. Su justicia, su vida y su proceder superan, trascienden y contrastan con las personas y grupos de su tiempo. José es el hebreo piadoso y la persona justa, pues encarna el ideal del israelita que goza de buena relación con Dios y con la comunidad.

¿Por qué es importante la justicia para el Evangelio de Mateo?

Continuando con la lectura del Evangelio de Mateo, analizando las enseñanzas, los discursos y las propuestas de Jesús, vemos que ofrece un programa de vida a los discípulos y a las comunidades para ser partícipes y receptores del Reino de los cielos. Se habla desde luego del tema de la misericordia y de la caridad, de la justicia nueva, diversa a la concepción legalista y propia de los grupos radicales del tiempo de Jesús; diríamos que José y María son los pobres y sencillos que están más cercanos al Reino de los cielos, porque su vida, su disposición al proyecto de Dios y su justicia es mayor que la de los escribas y fariseos, porque su actuar y su vivir están en sintonía con el proyecto de Dios, que es el mismo de Jesús. 

Es importante tener en cuenta que el Evangelio de Mateo está dirigido a una comunidad de judeocristianos, quienes viven una profunda crisis de identidad, pues son atacados, perseguidos y, en el peor de los casos, asesinados, ya sea por las autoridades paganas o por las hebreas. En consecuencia, los seguidores de Jesús provenientes del judaísmo fueron expulsados de las sinagogas y excomulgados de la vida del culto y de la comunidad hebrea; estos acontecimientos agudizaron la crisis de identidad de la comunidad naciente.

En el Evangelio de Mateo y en los otros tres evangelios encontramos a los grupos religiosos del tiempo de Jesús, entre éstos a los fariseos que al ser testigos de la caída y destrucción de Jerusalén se vieron en la necesidad de reorganizar lo que quedó del pueblo, pero señalaron a los judíos convertidos al cristianismo como una secta contraria al judaísmo y quedaron como apóstatas de la fe en Yahvé. 

Posiblemente Mateo tiene presente esta crisis de la comunidad de judíos convertidos, y quiere responder a los diversos cuestionamientos que se hace el creyente judío y despejar las dudas sobre las consecuencias de su conversión. Al autor del Evangelio de Mateo no sólo le interesa responder a las preguntas ¿quién es Jesús? y ¿de dónde viene?, sino que también surgen algunas interrogantes en medio de la nueva comunidad de hebreos que han elegido este nuevo estilo de vida en Jesús y que no es extraño que aparezcan algunas dudas en torno a su pertenencia a la Iglesia o a la sinagoga. Quizá se cuestionaron qué sucedía o cómo quedarían al ser excluidos del llamado Pueblo de Dios y qué consecuencias traería para su tiempo seguir a Jesús como el Mesías.

En este sentido, José podría ser un paradigma para los creyentes. En relación con José las cosas no podrían ser tan diferentes, Mateo busca presentar y explicar su figura para los nuevos creyentes; por eso en los textos que hablan de la infancia de Jesús, las escenas giran en torno a la figura de José y pareciera que María está a la sombra.  El autor del Evangelio de Mateo tiene en cuenta además que sus interlocutores son judíos, sabe que éstos conocen bien la Biblia y quieren valorar la persona de Jesús y su relación con los grandes personajes del Antiguo Testamento; por eso no es de extrañar que se establezca una relación estrecha entre los diversos textos de profecía y los textos mesiánicos en torno a Jesús. 

Como indicamos en las primeras líneas de este texto, el Evangelio señala que María está encinta antes de convivir con José. En este caso, si José hubiera actuado según las propuestas de la ley de Moisés, tendría que denunciar a María. Por eso se le llama el “hombre justo”, porque su actuar y su justicia no están fundados en la observancia irrestricta de la ley que obligaba al esposo a dar un merecido castigo a la mujer por la falta cometida. José interpreta y aplica la ley de un modo justo, su amor a María está en la base, por eso no la expone públicamente, él la ama en el momento más crítico de su vida. 

José es el varón justo que supera a los fariseos y a quienes han hecho de la ley una institución que subyuga a la persona, y con ello a algunos miembros del pueblo de Israel que son fieles y recalcitrantes observantes de la ley, pero que su justicia no va más allá del Templo. José, el hombre justo, es el nuevo patriarca que vive de una manera nueva la alianza, la justicia, es el justo delante de Dios y de María, por eso es tan adecuado el texto que encontramos más adelante en el Evangelio de Mateo al dirigirse a los observantes de la ley, los cuales han olvidado la misericordia y el amor: “Si su justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos” (Mt 5, 20). 

El Reino de Dios inicia fuera del templo, en la historia de cada persona, en la historia del pueblo de Israel, en la justicia de José que le que abre paso a Jesús de quien viene la salvación. Mateo, de este modo, resuelve en la persona de José el dilema en el que se encuentra la comunidad cristiana a la que se dirige ofreciéndole a la vez la continuidad con los antepasados (genealogía), pero con la novedad de creer ahora en Jesús para aceptar la plenitud de las promesas dadas a nuestros padres, y que ahora se inscriben en José como nuevo patriarca, como también Abraham creyó y emprendió el camino. José es el hombre justo que cree en Dios y cree en la promesa realizada en Jesús, como Hijo de Dios y descendiente de David, quien conducirá a la nueva familia a un éxodo definitivo. 

Para el autor del Evangelio, al considerar a José como justo, como adjetivo y valor significativo, va más allá del sentido legal o moral. La figura de José contrasta con las de algunos grupos religiosos de su tiempo, quienes son fieles observantes de la ley y eruditos para tratar temas de la ley y saben toda la casuística, pero están lejos del Reino de Dios, pues lo más significativo es la justa y permanente disponibilidad al proyecto de Dios. 

Acerca del autor: Faustino Hernández Estévez es religioso y sacerdote de la Sociedad de San Pablo, estudió Filosofía y Comunicación en el Instituto Paulino de Comunicación y Filosofía en la Ciudad de México. Cursó el bachillerato teológico en la Universidad Pontificia de México y la licenciatura en Sagradas Escrituras en el Pontificio Instituto Bíblico en Roma. Ha desempeñado su ministerio en el Centro Iberoamericano de Editores Paulino en Colombia, donde participó en la elaboración de la Biblia Pastoral del CIDEP. Fue superior provincial de la Sociedad de San Pablo México-Cuba e integrante del consejo de la mesa directiva de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México. Actualmente es el director editorial de Grupo Editorial San Pablo.